Al menos seis personas murieron este lunes en una matanza ocurrida en una residencia para ancianos en un pequeño pueblo de Croacia y el presunto autor fue detenido poco después.
Entre los fallecidos figuran cinco ancianos y un empleado, anunció el director nacional de la policía, Nikola Milina. El anterior balance era de cinco muertos, pero uno de los heridos falleció en hospital.
El presunto autor de la matanza fue detenido armado, poco después de los hechos, en una cafetería, añadió Milina.
El hombre, descrito por varios medios locales como un expolicía nacido en 1973, ya había sido detenido por delitos de orden público y violencia doméstica, dijo Milina.
De acuerdo con los primeros elementos divulgados por medios de comunicación locales, el sospechoso entró en el establecimiento ubicado en la ciudad de Daruvar, a 130 km de la capital Zagreb, y abrió fuego. Entre las víctimas figura su madre.
Se trata de una de las peores matanzas en la historia de Croacia, un país de 3,8 millones de habitantes.
El primer ministro, Andrej Plenkovic, dijo estar “estupefacto” por lo ocurrido en un mensaje publicado en las redes sociales, en el que expresó su pésame a las familias de las víctimas.
“Espero que las autoridades competentes establezcan todas las circunstancias de este terrible crimen”, agregó Plenkovic.
Hacia el mediodía, frente al establecimiento, donde vive una veintena de personas mayores, unas 30 personas esperaban detrás del cordón policial, observó un corresponsal de AFP.
Ninguna quiso hacer declaraciones, y algunas se mostraron hostiles a la prensa. El fiscal general, Ivan Turudic, también rechazó hablar y entró directamente en el edificio, donde varios policías científicos recogían pruebas.
“El crimen salvaje y sin precedentes cometido en Daruvar me conmocionó”, escribió el presidente croata, Zoran Milanovic, en Facebook.
Se trata de una “advertencia aterradora”, de un “llamado a todas las instituciones competentes para que hagan más para evitar la violencia en la sociedad”, añadió, mencionando la necesidad de un “control aún más riguroso de la posesión de armas de fuego”.