Nicaragua llega a la Semana Santa más silenciosa en las últimas décadas. La dictadura ordenó que toda expresión religiosa sea cancelada, que fuera encerrada en las paredes de los templos religiosos desde hace dos años. Este año nada ha cambiado y las restricciones siguen vigentes.
En 2023 inició una nueva etapa de persecución religiosa contra la Iglesia católica al prohibir unas 4 mil 800 procesiones en Cuaresma y la Semana Mayor. Ante el cierre del espacio cívico y en respaldo a los sacerdotes, los nicaragüenses asistían a las actividades religiosas con banderas de Nicaragua, un símbolo de protesta.
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Algunas parroquias anunciaron a los fieles que sus respectivos viacrucis y procesiones estaban suspendidos. En algunas poblaciones, los sacerdotes optaron por realizar sus ritos religiosos al interior de los templos o suspenderlos hasta nuevo aviso.
Según el registro de la investigadora Martha Patricia Molina, autora del informe «Nicaragua, una Iglesia perseguida», la Semana Santa 2024 inició con prohibiciones, asedios e intimidaciones por parte de la dictadura de Daniel Ortega y su mujer.
«Están utilizando nuevamente a los agentes de la Policía Nacional para cometer ilegalidades en contra de la Iglesia católica de Nicaragua. Ayer Domingo de Ramos se usaron a más de 4 mil policías para vigilar, tomar fotos y videos a laicos y sacerdotes y evitar que las procesiones con Jesús del Triunfo salieran a las calles», explicó a Artículo 66.
Molina denunció que la Alcaldía sandinista de León, junto a la Policía Nacional, se ubicaron en la calle norte del Santuario San Francisco de Asís para ubicar toldos y regalar chicha en honor a San Benito, un santo amado y venerado por el pueblo leonés.
«La magna procesión que se celebra todos los lunes santos fue prohibida por la dictadura sandinista. La dictadura ordenó que regalaran chicha para evitar que los visitantes asistan donde los promesantes que sí la regalan con fervor y para pagar promesas al santo», dijo.
El padre Edwin Román, sacerdote desnacionalizado por Ortega y exiliado en Estados Unidos, denunció que otro año más la dictadura sandinista no ha permitido a los católicos salir a las calles para realizar la tradicional procesión del Domingo de Ramos.
«También Jesús fue víctima de turbas azuzadas, que lo apresaron violentamente con palos, y espadas», recordó el religioso en su cuenta de la red social X.
La institución religiosa y su clero es víctima de la cruzada antirreligiosa declarada al catolicismo en el país centroamericano. Ortega ha confiscado, desterrado y arrebatado la nacionalidad a más de 40 sacerdotes, seminaristas y obispos de la Iglesia nicaragüense.
A raíz de la crisis sociopolítica de 2018 el régimen emprendió una ofensiva despiadada contra la Iglesia, sacerdotes y toda persona que muestre su apoyo a la institución religiosa. Ortega y Murillo acusaron a los obispos de dirigir un «golpe de Estado» tras mediar un fallido diálogo nacional.
En seis años de crisis, la dictadura ha ordenado la profanación de templos religiosos, el arresto de sacerdotes, la persecución contra el clero, vigilancia y espionaje permanente a los curas. Además, el cierre de ONG, colegios y universidades ligadas a la Iglesia católica.
Desde 2018, la Iglesia ha sufrido más de 740 ataques por parte del aparato estatal. También 176 religiosos y religiosas han sido expulsados, se les ha negado la entrada al país o fueron desterrados, obligados por la dictadura a no ejercer su misión en Nicaragua.