Ante la ausencia de la voz profética de monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, el padre Marcos Somarriba, párroco de la Iglesia Santa Agatha, en Miami, Florida, se ha erigido en las últimas semanas como el vocero de la Iglesia católica nicaragüense en el exilio.
Este I Domingo de Cuaresma, el padre Somarriba lanzó fuertes críticas a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, a la comunidad internacional y a la jerarquía de la Iglesia católica nicaragüense. Además, animó a la feligresía a no perder la esperanza de que Jesús vence al demonio que hace sufrir al pueblo de Dios.
«Dios se mete en nuestros dolores, nuestras tragedias, en nuestras dificultades; el desierto del sufrimiento que cada uno de nosotros, que hace muchos años y hace pocos años, como un pueblo errante se nos tiró al desierto del exilio», dijo.
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El presbítero afirmó que el pueblo ha sido desplazado por los «espíritus malos», en referencia a Ortega y Murillo, cuando los dictadores tienen la responsabilidad de hacer una patria donde el pueblo pueda vivir en paz, pero los condenan al asedio, persecución, cárcel y muerte.
«Hoy en día hay satanás encarnados en el medio de nosotros que siembran el terror, tientan para dividir, separar y desviar de los caminos de Dios. Las tentaciones en el camino de la vida, el desierto personal o comunitario son una ocasión para que nosotros veamos cómo Dios trabaja y cómo Dios funciona, para demostrar que Jesús, el hijo de Dios, el portador del Espíritu Santo ha derrotado y derrota al imperio del demonio. No se han percatado que en medio de ellos hay uno que les ha vencido ya», manifestó.
«Es Jesús que inspira a un pueblo a que siga venciendo las tentaciones de los malignos discípulos que se han adueñado del camino de la vida de los hijos de Dios. La tentación seduce al ser humano a través de medios corruptos. La tentación nos engaña y nos arrastra, alejándonos de Dios», añadió.
«Demonios modernos»
El párroco nicaragüense indicó que los «demonios modernos disfrazados de Mesías falsos» no quieren hacer crecer la virtud, la verdad y la justicia; sino que quieren «hacernos creer que solo ellos nos llevarán a puerto seguro, a más victorias que solo les beneficia a ellos y a sus secuaces cuando la ilusión y la falacia es que dicen que el pueblo manda».
«La gran tentación y lo más peligroso es llegar a pensar que se puede reemplazar a Dios. Se hacen autodioses. Hay personas que hasta hoy en día demuestran que sus pensamientos no son como los de Dios aunque se llenen la boca con palabras bíblicas y proféticas», dijo el sacerdote.
El religioso mencionó que en el desierto Dios se hace presente para dar «comida y fuerza» como lo hizo con el pueblo de Egipto en el Antiguo Testamento. «Dios alimenta con el maná al pueblo agobiado y cansado, perseguido y desterrado», enfatizó.
«Cada pueblo no puede perder la esperanza que Jesús vence al demonio, libera de las tentaciones, restaura la paz, la armonía que el demonio o los demonios peregrinos que hoy hacen sufrir a los pueblos de Dios, no son dueños de nada, son altaneros, bocones y falaces; llenos de mentiras, engaños y falsedades. Ofrecen lo que no es suyo, lo mal habido, conseguido a la fuerza y el engaño», agregó.
Afirma que en estos tiempos modernos también existe «desierto, exilio, rumbo desconocido» que llevan a ma población a la tentación de darse por vencido por el agotamiento emocional y desilusión por ver a la «patria perdida en manos de demonios que acecha a la familia, que acecha el terruño donde hemos nacido; recetan prisión, exilio o muerte y esto es el pan de cada día para ellos». «Dios ha vencido al mal y el mal seguirá desapareciendo», sentenció.
En su mensaje también hizo una crítica a la Iglesia; «Muchas veces la arrogancia de la jerarquía, la arrogancia de la Iglesia, la arrogancia de los miembros de la Iglesia, a veces se comporta como no debe. Para Jesús la Iglesia está para abrir camino, no para cerrar camino; está levantar no para oprimir».
El padre Somarriba resaltó que en muchos países «los líderes que están para hacer de esta patria un vergel, lo hunden, lo destruyen, caen en la tentación del poder y el dinero fácil».
Sobre los encarcelamientos dijo que la experiencia de la cárcel no debe asustarlos; sino que les da el impulso a buscar la justicia en medio de un mundo que voltea la mirada hacia otro lado. «Los hechos de la política influyen en el anuncio que nosotros hacemos de la buena nueva al pueblo», concluyó.