En las protestas de abril de 2018, en las afueras de la temida cárcel de «El Chipote» asistiendo a las madres de los detenidos y en la televisión demandando la liberación de los presos políticos y dirigiendo un movimiento político, veíamos a una mujer de pequeña estatura, cabello corto y con voz fuerte y sonora denunciando la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Esa lideresa es Suyen Barahona.
Antes de abril 2018 ya había participado en los «Miércoles de protesta», marchas contra el régimen y elevaba su voz dentro y fuera del país para denunciar las violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses que ejercen los Ortega-Murillo. Su activismo fue el detonante de su prisión arbitraria.
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Barahona estaba con su familia en su casa el 13 de junio de 2021. Su pequeño de cuatro años vio por una pantalla las cámaras de seguridad y alertó a la familia de la llegada de las patrullas policiales. Suyen no quería que su hijo viera la violencia de la Policía y decidió salir de su vivienda con las manos en alto diciendo: «Aquí estoy».
Un agente policial dijo: «ella es, ella es» y una «manada» de hombres y mujeres de la institución la esposaron y empujaron con violencia para introducirla en la patrulla. Ese día se extendió por más de 18 meses hasta que pudo ver a su hijo de forma virtual a través de una llamada.
En la cárcel estuvo cautiva en aislamiento, en una celda de tres por cinco metros con seis camarotes donde estaba en solitario, a oscuras. Fue sometida a interrogatorios y considera que ese ambiente es parte de la tortura a la que fue sometida.
«Hubo muchas condiciones de torturas psicólogas: la falta de luz en la celda, no salir al patio a recibir luz solar. Desarrollé problemas de insomnio, me costaba muchísimo dormir, problemas en la piel, hongos, problemas digestivos. No permitían la entrada de alimentos de nuestras familias», detalló a Artículo 66.
Suyen Barahona fue condenada por Ulisa Yaoska Tapia Silva, titular del Juzgado Décimo Tercero de lo Penal de Juicio de Managua, a ocho años de prisión por el delito de «menoscabo a la integridad nacional». A la expresidenta de Unamos, además la inhabilitó para ejercer cargos públicos.
«Yo sobreviví por el amor, la solidaridad de mi familia. El empuje que tenía de salir de esta situación cuerda, sin perder mi alegría, sobre todo de cara a mi hijo. Yo me decía ‘voy a salir cuerda para jugar con mi hijo, acurrucarlo’ y esa fue una motivación muy importante», explicó. Barahona considera que la dictadura intentó volverla loca, quebrarla y doblegarla, pero no lo logró.
Hace un año, el nueve de febrero de 2023, la opositora fue enviada en un avión a Estados Unidos, pero no iba sola, viajaba con otros 221 presos políticos al país norteamericano. Era un viaje sin fecha de retorno. Era desterrada del país centroamericano que sigue azotado por una dictadura.
Tras su salida de la cárcel dice que reafirmó su compromiso, con «profunda esperanza» para continuar luchando por la defensa de los derechos humanos, la libertad y la justicia de Nicaragua.
Recientemente Suyen Barahona fue elegida como directora para administrar un fondo de Open Society Foundations (OSF) por 25 millones de dólares para apoyar y alentar a las mujeres en la política. Mujeres que realmente luchan por la democracia, derechos humanos y equidad. El fondo se está creando como una entidad separada de OSF. Ella podrá formar su equipo de trabajo.
En octubre de 2022, Suyen Barahona fue galardonada con el «Premio de los Derechos Humanos» que otorga la Alianza Progresista. El premio es un reconocimiento por sus méritos como defensora de derechos humanos y luchadora política por la democracia.