Este lunes, 4 de diciembre, la dictadura ordenó el retiro de Carlos Midence de su cargo como embajador de Nicaragua ante Argentina, de forma inmediata. Según un comunicado emitido por la Cancillería de Managua, el motivo detrás de esta repentina decisión fueron las «reiteradas declaraciones y expresiones» que Javier Milei, presidente electo por los argentinos, manifestó en diferentes ocasiones sobre su negativa de mantener relaciones diplomáticas con regímenes dictatoriales.
De acuerdo a la opinión de opositores, la dimisión de Midence de su cargo es una «señal de protesta» por parte de Ortega hacia la propuesta del gobierno «ultraliberal» de Milei. El politólogo y activista político Félix Maradiaga considera que esta acción «puede ser interpretada como una forma de expresar desacuerdo» y resaltó que retirar a un embajador «no significa necesariamente el cese de todas las relaciones diplomáticas, pero sí indica una preocupación y suele ser un paso previo a medidas más drásticas, como una ruptura total del vínculo entre los países».
El excarcelado político destacó que el régimen de los Ortega-Murillo retiró al funcionario como «una medida política para adelantarse a las acciones que podría tomar el nuevo presidente de Argentina frente a la dictadura de Nicaragua». Maradiaga recalcó que durante su campaña electoral, Milei había expresado su «intención de romper relaciones diplomáticas con las dictaduras de América Latina y con China»; sin embargo, a través de los miembros más cercanos de su equipo, el presidente electo aclaró que en lugar de romper relaciones diplomáticas con los regímenes, «mantendría una posición dura y crítica».
Según la perspectiva del politólogo, las implicaciones inmediatas de esta decisión «perjudican exponencialmente» más a Nicaragua que a Argentina. «En primer lugar, el peso geopolítico de Argentina en los foros globales, y particularmente en los espacios que marcan la política de América Latina, son sumamente significativos». Maradiaga enfatizó el hecho de que la dictadura orteguista haya sido quien tomó la medida unilateral, pues presenta al régimen como un gobierno «inflexible, intolerante y cerrado a cualquier capacidad de diálogo diplomático».
«La dictadura de los Ortega-Murillo ya está auto-aislada y ya no tienen espacio en una serie de foros y espacios internacionales y con ese exabrupto diplomático se arrincona aún más», señaló el activista político, exiliado en Estados Unidos. De igual manera, mencionó que el gobierno orteguista genera «un contraste preocupante», ya que, por un lado, «afianza relaciones con algunas de las tiranías más perversas del mundo, como Corea del Norte, Irán, Bielorrusia, Eritrea, y naturalmente con China, inclusive a nivel de convenios entre sandinistas y el partido comunista», pero por otra parte se aleja cada vez más de las democracias latinoamericanas y del mundo occidental».
Milei le dio una «bofetada» a Ortega
Mientras que Danny Ramírez Ayerdíz, Secretario Ejecutivo del Centro de Asistencia Legal Interamericana de Derechos Humanos (CALIDH), manifestó que la dictadura orteguista apartó a Midence de su puesto porque ellos se «molestaron» de que el presidente electo de Argentina no los invitara a su ceremonia de asunción presidencial, que será celebrada el próximo domingo, diez de noviembre.
Medios de comunicación argentinos informaron que los funcionarios designados por Milei excluyeron las invitaciones para la ceremonia de toma de posesión a Ortega, así como a los presidentes Miguel Díaz-Canel (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela) e Ebrahim Raisi (Irán), para evitar «saludar y compartir foto con gobernantes que considera que violan sistemáticamente los derechos humanos en sus países y apoyan a organizaciones terroristas como Hamás y Hezbolá».
Ante esta medida tomada por Milei, el secretario de CALIDH consideró que la falta de invitación es una «bofetada» del presidente electo argentino hacia el dictador Ortega. «Esta vez no irá el canciller Denis Moncada ni Laureano Ortega, porque simplemente no están invitados. Argentina es un país democrático donde se celebran elecciones libres y que tiene uno de los rankings más altos en materia de transparencia de elecciones generales y por eso no se ha invitado a un jefe de Estado represor», comentó.
Debido a que Milei ha declarado en varias ocasiones que no tendrá ninguna vinculación con regímenes, como Cuba, Corea del Norte y Venezuela, seguramente también «retirará a su embajador de Nicaragua». Ramírez Ayerdíz indicó que no considera que la embajada de Argentina en Nicaragua cierre completamente, ya que cuando las «legaciones diplomáticas se quedan sin embajadores, el encargado de negocios, que es segundo en el orden del rango diplomático, manejará las situaciones relativas a los asuntos de Buenos Aires en Managua».
Ramírez no descartó la posibilidad de que existiera «una tensión entre los dos países cuando Milei y su ministro de Relaciones Exteriores dieran conocer la política exterior respecto a estos regímenes represivos». Igualmente, opinó que habría que esperar el discurso de los representantes exteriores del político argentino ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA), dado que Milei dijo que «iba a respetar a los diplomáticos de carrera y seguiría una línea bastante dura al respecto».
El funcionario de CALIDH calificó de «ridiculez» el comunicado que emitió la dictadura de los Ortega-Murillo, el pasado 21 de noviembre, donde felicita a Milei por su «ejemplar y pacífica jornada electoral». «Javier Milei, en teoría, representa todo aquello que el régimen no tiene. Supuestamente la dictadura nicaragüense es ‘socialista’ y Milei es un hombre de la más pura extrema derecha, por eso para aparentar que no ha perdido su vinculación con Argentina, la portavoz estatal (Rosario Murillo) hace esas notas horribles y mal escritas», sostuvo.
La «bravuconada» del régimen
La activista política y defensora de Derechos Humanos Haydée Castillo dijo a Artículo 66 que retirar el embajador nicaragüense ante Argentina es una «bravuconada» de la dictadura de los Ortega-Murillo y coincidió en que el motivo es que Milei no invitó al gobierno sandinista a su toma de posesión presidencial. «El régimen, poco a poco, va tomando distancias en sus relaciones diplomáticas, como vimos en el caso de Colombia, España y en varios países, y este tipo de comportamientos de la dictadura son reiterativos», destacó.
«No podemos olvidar que hay un caso de Nicaragua en el sistema judicial de Argentina por crímenes de lesa humanidad y veremos qué puede pasar en el transcurso del tiempo. El nuevo Gobierno de Argentina podría romper relaciones, si sigue un relacionamiento hostil de parte del régimen, aunque hay algunos casos en que a pesar de todo eso, se mantienen el vínculo diplomático», indicó la defensora de Derechos Humanos y ejemplificó con las «barbaridades» que Ortega le dice a la Unión Europea y Estados Unidos; sin embargo, estos prefieren mantener relaciones, a pesar de que sean tensas, «para no quede fuera la posibilidad de actuar en algún momento oportuno y encontrar una salida democrática».
No obstante, resaltó que la situación política de Nicaragua es «un estira y encoge». «Si los países democráticos se pusieran de acuerdo y rompieran relaciones con el régimen, esto le restaría legitimidad para que la arquitectura financiera mundial no le siga dando préstamos y mantenga esas relaciones bilaterales», puntualizó Castillo.