El último domingo de octubre como cierre de las fiestas patronales en honor a San Jerónimo, Masaya se complace en promover el tradicional Torovenado, una práctica cultural que desbordaba la picardía nicaragüense con burlas a los políticos del país, pero en los últimos años, los asistentes han abandonado la temática por miedo a la represión y la cárcel.
Las prácticas burlescas con más de 60 años de existencia y originarias del barrio indígena de Monimbó dejaron de incluir mofarse del poder desde el 2018 después que el régimen de Daniel Ortega, ordenó aplastar las protestas sociales con policías y paramilitares, que dejaron 355 asesinatos en todo el país, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Para un historiador de Masaya, quien habló bajo condición anónima, la llamada «Danza del Torovenado» se remonta a «nuestros dioses precolombinos cuando los misioneros comenzaron a crear el aspecto cultural e ideológico predominante (teatro misionero o de sometimiento) con el objetivo de transformar la mentalidad indígena».
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La fuente recordó que la tradición mantenía vivos dos elementos: el uso de la máscara y un toque de humor, pues el Torovenado se considera una «manifestación colectiva y popular» que se caracterizaba por la parodia y la burla «al poder», así como de las costumbres actuales y tradicionales. «Es una apoteosis del ridículo y es una mezcla cultural del nicaragüense», destacó.
«Nuestro pueblo se enfrenta a los conflictos sociales con humor y con picardía. El Torovenado funcionaba como parodia, ironía, sátira y burla, teniendo como objetivo la degradación o desvalorización de la víctima. Su mismo nombre lo indica Torovenado, es humor con resistencia que se inicia cuando se da la relación entre los oprimidos (el pueblo-venado) y los opresores (autoridades-toro)», describió el historiador.
«Groseros dictadores» ausentes en el Torovenado
Bajo anominato, también por miedo a la represión, una tradicionalista de Masaya narró que el Torovenado se fundó propiamente en Monimbó y se caracteriza por ser una procesión de algarabía, que también caracteriza a un nicaragüense. En esta manifestación cultural, se ridiculizaba a personajes sociales, influyentes, internacionales, autoridades del Ejecutivo, artistas, alcaldes, diputados y ministros.
La tradicionalista aseguró que en el Torovenado, participan más hombres que mujeres debido a que predomina más la parodia de personajes o disfraces de mujeres portados por varones. Además, cree que las mujeres, prefieren estar alejadas de este tipo de escenarios de bromas que es originalmente iniciado por hombres. «A ellos se les hace fácil hacer la burla», manifestó.
Ambos ciudadanos consultados consideran que la originalidad del Torovenado es la burla de los personajes mediante disfraces y máscaras elaboradas propiamente por los artesanos de Masaya. Sin embargo, en la actualidad admite que muchos tradicionalistas, han preferido destacar con nuevos personajes para ridiculizarlos evitando utilizar figuras de las autoridades de gobierno para las burlas.
Antes de 2018, los disfraces de Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja dictatorial de Nicaragua, eran comunes en la fiesta del Torovenado. Incluso, destacaban mucho más frente a personajes tradicionales y representativos de la ciudad de Masaya. Pero por «asuntos de seguridad y miedo a la represión», los participantes evitan burlarse de ellos.
«La gente anhela hacer esta sátira (política) sin embargo, se han puesto restricciones porque pues la cosa no está para eso, hay represión y esta gente no aguanta las burlas del pueblo. Y el pueblo es inteligente, sabe lo que debe o no debe hacer», señaló.
«No aguantan bromas»
Un participante que por años utilizaba disfraces para burlarse de la gente en el poder desde el 2007, dijo que ya no lo hace porque «esa gente no aguanta bromas». «Yo me burlé por años de otros gobiernos, doña Violeta, el Gordomán (Arnoldo Alemán), pero estos señores no aguantan broma, son violentos», comentó al referirse a Daniel Ortega y a Rosario Murillo.
Por su parte, una ciudadana quien se identificó como Flor, manifestó para este reporte, que el Torovenado en Masaya ya no es igual que en años anteriores. Recordó que esta expresión de cultura y tradición destacaba por la representación y burla de personajes pintorescos y de mucha influencia social y política. Incluso, se ilustraban también figuras de leyendas y cuentos propios de los nicaragüenses como el Padre sin Cabeza, la Carreta Nagua, La Llorona, La Novia de Tola, entre otros.
Flor rememoró que hace algunos años «la gente tomaba en gracia la burla de su personaje, nadie se enojaba», a diferencia de ahora que vivimos en una «generación de cristal» y en momentos de represión estatal y policial. «Recuerdo que un torovenado -el más sencillo que inició con niños y luego estos crecieron- se disfrazaban de todo, pero en los años 80, empezó a politizarse», dijo.
La ciudadana contó que en Masaya, llegaron a existir hasta cuatro Torovenados, pero en la actualidad, solo dos salen a las calles; el Torovenado de Monimbó y el Torovenado El Malinche, el cual –según la tradicionalista– es manejado con fondos públicos por la concejal sandinista Martha Toribio, quien es hija de la difunta Carmen Toribio, fundadora de este Torovenado.
«A raíz de la ausencia del Torovenado del Pueblo que es realmente el fundador y creador de esta tradición, igual de los agüizotes, pues hay un grupo que se tomó las fechas, costumbres y tradiciones», explicó la ciudadana.
El Torovenado del Pueblo
Según el historiador, el Gran Torovenado del Pueblo nace a pedido de don Marvin Suazo, conocido como «El guineíto», también fundador de la Cofradía de este Torovenado, el cual siempre fue una fiesta carnavalera con sus ocurrencias para «afectar las supuestas buenas costumbres y honra de ciudadanos respetables» del pueblo.
«A iniciativa de un grupo de monimboseños o visitantes de este barrio, por el año 1961 decidieron sacar a las calles una procesión folclórica del llamado Torovenado, pero con el único objetivo de sacarlo para mantener viva esa manifestación folclórica», enfatizó el historiador.
«Los jóvenes en ese entonces se reunían y de ahí sacaron la primera manifestación del Torovenado llamándole desde un inicio, Gran Torovenado del Pueblo, porque era el pueblo de Masaya y precisamente de Monimbó, al que le pedían su colaboración económica o en especie para cubrir los gastos del magno evento y así siguió siendo por muchos años», agregó.
El historiador también alegó que antes de 2018, el Torovenado del Pueblo salía a las calles el último domingo de octubre de cada año. «Lo llamaban domingo de apante o domingo de conclusión de las fiestas dedicadas a San Jerónimo», remarcó. «Ese día, el Santo Patrono, San Jerónimo, era elevado a su nicho, lo que ya no ocurre, puesto que ahora el patrono de Masaya regresa a su altar mayor el día de su octava, cada 7 de octubre porque, además, tiene prohibido salir del templo», recordó.
Los tradicionalistas coinciden en que Masaya dejó de ser la ciudad que un día fue antes que el régimen ordenara un baño de sangre de sus habitantes para mantenerse en el poder.
Por Voces Unidas