La ola de detenciones a párrocos de los departamentos de Estelí, Matagalpa, Nueva Segovia y el Caribe Sur causó que varias iglesias detuvieran sus actividades religiosas. «Nuestra Diócesis se está quedando sin sacerdotes, no tenemos sacerdotes, pedimos a nuestro buen pastor abundantes vocaciones y a ellos estar en sus parroquias», expuso el sacerdote Álvaro Toledo durante la misa de este jueves, 5 de octubre, antes de ser capturado por la Policía.
La abogada e investigadora de temas religiosos Martha Patricia Molina denunció a través de su cuenta de X, antes Twitter, que «las parroquias donde los curas fueron secuestrados, en su mayoría no están celebrando misa. Las comunidades del interior de Nicaragua que quedaron sin sacerdotes están celebrando la palabra y ruegan por el pronto regreso de sus sacerdotes. Ellos solo desean al consagrado para seguir orando junto a Él».
Hasta la fecha, el último arresto realizado por la dictadura ha sido el del sacerdote Ramón Angulo Reyes, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Fátima, en el municipio del Rama.
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En una entrevista brindada a Artículo 66, Manuel Antonio Obando Cortedano, periodista y jefe de medios de la Diócesis de Matagalpa, dijo que «al no estar el sacerdote, significa espiritualmente entrar en un momento de agonía, casi de muerte, porque no tenés a ese servidor que te celebra la misa, te aconseja y dirige la vida de la parroquia».
Obando Cortedano también expresó que, a pesar de los intentos del gobierno por acabar con la iglesia católica, será imposible por la «convicción divina». «El que es católico lo lleva en su corazón, en su alma, en su familia como iglesia doméstica».
Reiteró que se recuerde no sólo la agresión hacia los sacerdotes, sino también a los laicos, ya que para la iglesia católica es importante la corresponsabilidad de estos en la evangelización. En 2022 se encontraban dos laicos encarcelados, hasta que en febrero del presente año fueron desterrados del país.
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