Analistas políticos, defensores de derechos humanos y activistas nicaragüenses e internacionales coinciden en que las sanciones impuestas por países u organismos son «una herramienta» diseñada para presionar a los regímenes autoritarios a realizar cambios, más no la solución definitiva para derrocar dichos gobiernos.
En el foro «Sanciones internacionales como medio para provocar cambios en regímenes autoritarios», organizado en San José, Costa Rica, por el organismo Expediente Abierto, los especialistas también destacaron que, si bien las sanciones aplicadas, ya sean por parte de Estados Unidos, la Unión Europea u otros actores, a regímenes autoritarios pueden haber tenido efectos inmediatos, a largo plazo no han demostrado ser eficaces debido a la falta de una estrategia establecida.
Para Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano; existen varios factores que han impedido que las sanciones impuestas por Estados Unidos a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo sean eficaces.
Factores externos que debilitan el impacto de las sanciones
EL politólogo explicó que «la magnitud de los problemas mundiales, es exageradamente altísimo», por lo que la carga de trabajo que tiene el «personal del Departamento de Estado de Estados Unidos es exageradamente pesada». Esto ha llevado a que la política exterior de la administración de Joe Biden hacia Nicaragua no sea la más idónea y se perciba como ineficaz por los demás asuntos que el gobierno estadounidense debe atender.
«También está un tema generacional, muchos de los encargados de política exterior en Estados Unidos y Europa pertenecen a una generación que no viene de la guerra fría, entonces uno no está acostumbrado a golpear la mesa. Estamos en una generación en donde la era de la cooperación compleja es el término de referencia, pero tus socios no quieren cooperar y tus enemigos son dictadores, entonces terminas viendo qué hacer, te congelás, y aparte de eso, está el asedio de fuerzas no democráticas dentro de Estados Unidos, que hacen a muchos colegas también (cuestionarse) de como defiendo yo la democracia cuando aquí en Estados Unidos me están jodiendo», apuntó.
Manuel Orozco además señaló que otro factor que ha impedido la efectividad de las sanciones es que el número de gobiernos autócratas ha crecido en la región. «Los Estados no democráticos hoy en día es mayor que lo que fue en la transición democrática del 2000. Se están produciendo una serie de autocracias en donde hay un manual bien definido de cooptar todas las instituciones, desacreditar a los oponentes y criminalizar la democracia», dijo.
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Agregó que «una vez que es criminalizada la democracia, lo que ocurre en El Salvador, lo que ocurrió en Nicaragua, lo que están intentando en Guatemala y en Honduras, empezás a montar un andamiaje político diferente al Estado democrático. Y eso es una amenaza que Nicaragua representa, porque se ha convertido ya en un modelo de replicación».
¿Han servido las sanciones?
Por su parte, el economista Enrique Sáenz cuestionó si las sanciones han servido o no para debilitar al régimen de Ortega y sostuvo que «si uno piensa que las sanciones que se han impuesto tenían como propósito botar a Ortega, entiendo la decepción, porque estas sanciones ni tenían como objetivo botar a Ortega ni por su contenido podían botar a Ortega, entonces si alguien pensó y evalúa el impacto de las sanciones desde la perspectiva si Ortega está ahí o no está, pues tiene razón de estar decepcionado, pero las sanciones no eran para eso».
El opositor también subrayó que las sanciones «podían haber sido más efectiva y que en un futuro pueden ser más efectiva», si Estados Unidos, la Unión Europea u otros actores internacionales tienen una «sólida estrategia» para aplicarlas.
«Las sanciones al Bancorp, el banco de la familia gobernante, fue un tiro al tobillo. 2,730 millones de dólares tenía Ortega en el Bancorp, de acuerdo con el informe de auditoría que se filtró. (…). Con el golpe al Bancorp, Ortega se ve obligado a cerrarlo, pero nada más. ¿Dónde colocó Ortega ese capital? ¡No lo seguiste!. Lo pusiste contra las cuerdas y no lo seguiste», dijo Sáenz, en referencia a que las sanciones sí han logrado su objetivo pero que al no tener una estrategia definida han sido ineficaces.
«Por eso Ortega grita, gime cuando lo golpean y después se ríe cuando puede evadir el impacto de las sanciones. Si no se enmarca en una estrategia, pues Ortega siempre va a reír después», añadió.
Sáenz además sugirió que para que las sanciones futuras golpeen de verdad a Ortega, deberían enfocarse en empresas clave del anillo económico que sostiene al régimen, y señaló como posibles blancos de sanciones a las empresas del sector eléctrico, en la que hay capital de FSLN, pero también hay «de algunos persones» del sector privado que han actuado en complicidad con la dictadura.
El sociólogo venezolano Rafael Uzcátegui también afirmó que las sanciones sí tienen impacto en los regímenes autoritarios. En el caso de Venezuela, el defensor de derechos humanos aseguró que las sanciones individuales han sido más eficaces, porque «han obligado al gobierno a sentarse en una mesa de discusión y a mantener estos procesos de conversación política».