El temor fundado en la toma de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo de la Universidad Centroamericana, UCA, el arrebato de sus campus, sus edificios y el trauma causado a sus estudiantes, se ha extendido a otras universidades privadas del país.
Las rectorías, los docentes y los estudiantes de éstas universidades, ven que su futuro es incierto. «Nadie sabe qué pasará, porque nadie está seguro”, señala Rubén, un estudiante de Diseño Gráfico que pide no revelar su nombre ni al campus al que pertenece, para evitar represalias.
«Hay quienes piensan que el problema no son las universidades, somos nosotros los jóvenes, el gobierno nos ve como enemigos, para ellos los únicos jóvenes valiosos son sus fanáticos JS (Juventud Sandinista)», se queja. El universitario señala que sus padres, con enorme sacrificio, han pagado dos años de su carrera para poder egresar de una universidad de prestigio, que siempre fue su elección desde que estaba por finalizar su bachillerato.
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«De haber querido irme a una universidad estatal, mis padres y yo lo habríamos acordado», le agrega Génesis, una universitaria que cursa su tercer año de la carrera de Derecho. «Estos señores, están obligando a todos los universitarios a ir a universidades públicas que ellos dirigen, donde lo primero que enseñan son las locuras ideológicas, sus doctrinas políticas por encima de la ciencia y el conocimiento, eso es lo que no entienden que no queremos», expresó.
«La destrucción de la inteligencia»
Este martes, se conoció que algunos padres de familias y docentes de colegios privados de Estelí, también se encuentran preocupados por esta escalada del régimen contra estos centros educativos, sobre todo por sus vínculos con la iglesia Católica y sus religiosos, contra quienes el régimen mantiene una especie de «guerra sin cuartel».
Las rectorías, los docentes y los estudiantes de estas universidades ven que su futuro es incierto. Rubén lamenta lo que pasa en el sistema educativo de Nicaragua. «Es triste, no nos dejan elegir, nos roban eso, ahora ni siquiera podemos decidir dónde estudiar. No es lo mismo decir me gradué en esta universidad que decir que me gradué en este remedo de universidad del gobierno. En el mercado laboral eso va a pesar, nos roban el futuro», se lamentó.
Los universitarios de la UCA prefieren el exilio a verse como los fanáticos de la Juventud Sandinista, dicen. Foto: El 19 Digital
Doña Miriam dice que ella ha trabajado toda su vida para que sus hijos estudien y tengan un buen futuro. Dos adolescentes y su niña pequeña han estudiado en un colegio privado de Estelí y cuenta que se siente muy cómoda con la formación que han recibido sus hijos.
«Ellos son buenos muchachos, deportistas, bien portados, sin vicios que yo sepa, y van a ir a la universidad pronto. Han tenido una buena formación, sería lamentable que se tomen estos colegios y destruyan la inteligencia de los chavalos porque eso es lo que va a pasar si le echan mano a estos centros», advirtió.
Según doña Miriam, «los colegios públicos son un desastre». «Ahí no se toma en serio la educación, pero si andan con la bandera del partido (sandinista) de arriba a abajo, los vicios entran y salen del colegio y como son los JS los que lo promueven, nada pasa. No les enseñan respeto, disciplina, pero sobre todo, no les enseñan a enamorarse del futuro, es conformismo y entonces los chavalos se pierden. En eso deberían estar; en mejorar esos colegios, no en desbaratar lo que está construido», reclama la ciudadana.
Otra forma de represión
Rebeca, una estudiante de tercer año de comunicación, ha leído con asombro la noticia de que la Universidad Americana (UAM) suspendió el ingreso de hasta 600 estudiantes que se habían ido de la UCA confiscada. Le queda claro que las autoridades de la UAM fueron presionadas para ese rechazo y obligar a los universitarios a volver a la universidad asaltada por el orteguismo.
«Eso es actuar como mafia, imagínese, obligar a otra universidad a rechazar alumnos ya matriculados para también forzar que estudien donde la dictadura quiere, es demasiado…inaceptable. Es una forma de represión, no es libre el estudiante, nos hace sentir atrapados es ´ahuevo´ y me disculpa la palabra, que tenés que estudiar en una falsa universidad», criticó la universitaria.
Pero con todo esto, no solo sufren los estudiantes, también los académicos, los trabajadores administrativos, los trabajadores de seguridad, conserjes y conductores. «Hay muchos empleos en juego y una tiene claro que cuando el gobierno confisca a las universidades, traen a su gente, que son militantes y hay temor por los despidos», agrega un administrativo preocupado.
La deserción y «el exilio universitario»
La deserción universitaria se ve reflejada en el retiro de matrícula en masa de los que el gobierno poco habla, pero que es una realidad en las universidades que han sufrido confiscaciones y que las han mutado a estatales, pero pagadas.
«Una buena parte de los estudiantes prefieren cambiar de universidad», dice un funcionario del área de matrícula de una universidad privada. Estos departamentos son los principales encargados de mantener y hacer crecer la matrícula de cada universidad.
Tras la confiscación de la Universidad Centroamericana UCA, en Nicaragua, una buena parte de sus estudiantes han presentado solicitudes de padres de familia para continuar sus estudios en otras universidades jesuitas de Centroamérica y México, entre las que figuran la UCA «José Simeón Cañas», en El Salvador, o la Universidad Rafael Landiver, de Guatemala, la Ibero León, Ibero Tijuana y la Universidad Jesuita de Guadalajara.
«Yo ya hice mis trámites y aquí no me quedo», dice un estudiante que junto a sus padres, han optado por este nuevo tipo de exilio, «el exilio universitario, ni modo», dice.
Por: Voces Unidas.