Aunque no se los han comunicado oficialmente, varios catedráticos de la recientemente confiscada Universidad Evangélica de Nicaragua «Martin Luther King» (UENIC) temen que las nuevas autoridades condicionen sus plazas de trabajo a la militancia partidaria del Frente Sandinista.
«Ya hay gente diciendo que se requerirá tener carné del FSLN y hasta el aval del Secretario Político o te quedás fuera», señala un profesor que pide anonimato para hablar para este reporte. A la sede de esta Alma Mater no ha llegado la tranquilidad desde que, la semana pasada, el régimen de Daniel Ortega mandó a anular su personería jurídica y se apoderó de sus bienes.
Un grupo de estudiantes y docentes viven con incertidumbre y molestia la toma de su universidad. «Son 30 años lo que lleva esta universidad formando profesionales y ahora sin más la asaltan y la borran para convertirla en una universidad política, porque no es estatal, es ahora política», critica una estudiante de Derecho.
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«Esto es una barbaridad», se queja otro universitario en desacuerdo con la toma de la institución de educación superior. «Hay temor de que vengan a cambiarte el pensum y te echen a perder el avance en tu carrera, los últimos en saber lo que pasa son los estudiantes», agrega otra universitaria que pide la llamen Leticia.
«Terror académico»
Una docente de la confiscada UENIC, sede Matagalpa, que lleva nueve años impartiendo clases de estudios básicos a alumnos de primeros años dice que desde que el régimen intervino la institución, «no ha podido conciliar el sueño». «Hay zozobra, de pronto el futuro ya es incierto. Nadie sabe qué va a pasar con el personal, se sabe que viene gente del partido a asumirla, pero poco se sabe», se queja.
Recordó que desde hace varios años, las cosas en el país no andan bien en lo social, ni en lo económico. «Hay un ambiente tenso en todos lados, no hay empleo y el costo de la vida es alto. Perder una plaza que has cuidado tanto con disciplina y entrega, preocupa. Ya hay gente investigando quién es quién en esta sede y se percibe como forma de terror, de intimidación y de amenaza de perder el trabajo», se lamentó la docente.
Las instalaciones permanecen cerradas desde hace una semana, incluso hasta con resguardo policial.
Otro docente, que labora en la condición de horario (profesor externo) dice estar preocupado por lo que piensan los estudiantes. Recordó que la apuesta del régimen es que la universidad siga funcionando con «sombrero estatal», pero comportamiento privado. «Esto provocará deserción inevitable y si la matrícula cae, hay menos estudiantes y menos estudiantes es igual a menos grupos de clases y menos plazas de trabajo», advierte. «Esa es la parte que no dicen», critica.
«Se rumora –dijo el docente– que las universidades canceladas podrían entrar al paquete del 6% en el futuro, pero, ¿Quién lo garantiza? Son muchas las casas de estudio superiores canceladas y el país no anda tan bien económicamente para aumentarlo. Por eso el futuro es incierto para todos, tanto para estudiantes como para los funcionarios de la universidades”.
Para nada postgrados y maestrías…
«¿Quién trabaja para el Estado ahora sin militancia del Frente Sandinista?», se preguntó otro docente. «A nadie va a sorprender que de pronto divulguen una normativa en las universidades confiscadas, que requisito para el personal docente y administrativo, será la militancia y el aval político. Ya ocurrió antes para trabajar para el Estado, después de abril de 2018, lo han implementado más estrictamente», señala.
Según el docente, estos documentos políticos tienen mayor valor laboral en estas universidades que el mismo currículum del candidato a catedrático o su preparación, experiencia y capacidad. «Los postgrados y las maestrías no serán importantes, como lo será el carné de militante o la fanaticada al partido rojinegro. Eso es seguro», se lamentó.
Por su lado, los estudiantes no viven con menos incertidumbre estos días. «No nos han dicho nada, ni las antiguas autoridades que solo sacaron un comunicado, ni los que la confiscaron que tampoco dan la cara», criticó una estudiante de nombre Patricia, que hacía gestiones en el recinto para retirar su matrícula. «No me convencen como andan las cosas», acusa.
Javier Cantarero es un estudiante de primer año y asegura que no sabe qué hacer, si ir a otra universidad para empezar de cero o esperar a ver qué decide la nueva administración. «Yo quiero estudiar, pero también quiero seguridad y esto de cancelar universidades y ponerle otro nombre y politizarla, no es un signo de seguridad», razonó.
El régimen de Nicaragua, a través del Ministerio de Gobernación, canceló arbitrariamente, el viernes pasado, la personalidad jurídica de dicha universidad privada y ordenó decomisar sus bienes muebles e inmuebles.
La sede de la Universidad Evangélica en Matagalpa permanece con portones cerrados desde hace una semana y el Consejo Nacional de Universidades (CNU) confirmó, mediante un comunicado, que ha tomado posesión de sus bienes. «Todavía no les dan instrucciones sobre el futuro de los estudiantes, el personal y los docentes», dijo una autoridad saliente.
Por: Voces Unidas.