De acuerdo con el reciente informe anual de Latinobarómetro, la democracia en América Latina no se ha consolidado, sino que ha entrado en una etapa de recesión, que aunque este período negativo en la historia «si bien puede durar varios años, e incluso una década, es pasajero».
En el caso de El Salvador, la consultora lo califica como una «autocracia», debido a que Nayib Bukele tiene control absoluto sobre las decisiones políticas del país.
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«El Salvador está dejando de ser una democracia, y transformándose en un populismo autocrático. Sus niveles de aprobación son exorbitantes, son pocos los que no le “gusta” lo que hace: no respetar las garantías de los delincuentes y detenerlos sin piedad, rápida, masivamente y sin el debido proceso», resalta la publicación.
Subraya que el apoyo a Nayib Bukele «refleja el descontento frente al tema de seguridad y cómo cualquier método parece válido para combatir la delincuencia, sobre todo si tan pocas voces lo cuestionan. La actitud de indiferencia hacia este tipo de régimen contribuye a apoyar esas opciones no democráticas».
«El personalismo de Bukele, su mejor acto»
El Latinobarómetro además sostiene que el «efecto Bukele» en El Salvador no está haciendo «más fuerte la democracia, sino más bien hace más poderoso al presidente que se lleva los aplausos de la democracia con el mejor desempeño en la región».
Asimismo, asegura que «el personalismo» es el mejor acto de Bukele, que lo llevó a anunciar su candidatura para las presidenciales del 2024 por encima de la «regla constitucional».
«La democracia está en alto peligro en El Salvador no solo por la re-postulación, sino porque el personalismo no constituye institucionalización de la democracia, sino por el contrario, es el caudillo que se lleva todo el poder para sí y corre el riesgo de transformarse en una electo-autocracia/ dictadura/ régimen autoritario/ populismo autoritario», advierte la consultora.
«A juicio de este informe, Bukele ya es un jefe de gobierno que ha roto la integridad de la democracia. Lo que ha hecho no se condice con los DDHH ni con su propia Constitución», agrega.
La publicación también revela que «El Salvador tiene una democracia débil, con menos del 50% de su población que apoya a la democracia y con un contingente no menor de cerca de un tercio de indiferentes».
«Tiene a la vez un 80% que dice que la democracia es el mejor sistema de gobierno y la mayor tasa de satisfacción con la democracia que alcanza a 64%. En otras palabras, su satisfacción con la democracia es superior a su apoyo», apunta.