El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio José Báez, lanzó un fuerte mensaje en su homilía dominical desde el exilio. El purpurado centró su mensaje en la luz y la sal, los pasajes bíblicos del evangelio según San Mateo 5:13-14, donde Jesús llama a las personas a ser la «luz del mundo» y «sal de la tierra».
«En una sociedad dominada por el canibalismo, la irracionalidad violenta y la crueldad del poder, somos “sal de la tierra” cuando somos auténticos e incorruptibles, cuando introducimos compasión y bondad, cuando lloramos con quien llora, sembramos esperanza y somos factores de unidad y no de desintegración», afirmó.
El jerarca explicó que los creyentes superficiales, de corazón apagado y vida mediocre, nunca podrán ser luz del mundo. Señaló que cuando vivimos según el «espíritu de las bienaventuranzas» no tenemos pretensiones de grandeza ni ambiciones de poder o de dinero, incapaz de agredir u ofender.
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«También a nivel social hay tinieblas densas y dolorosas que debemos iluminar. La tiniebla del miedo, que a muchos paraliza y los vuelve cómplices callados de la injusticia, debemos iluminarla con la luz de la confianza en Dios, en la verdad y en la justicia. La tiniebla del egoísmo, de quienes piensan solo en sus intereses o viven indiferentes ante el dolor de los demás, hay que iluminarla con la solidaridad, la caridad y el servicio humilde», dijo el obispo auxiliar.
«La tiniebla de la mentira, de quienes la usan como arma para dominar y engañar, hay que iluminarla con el anuncio humilde de la verdad y la valiente denuncia de las falsedades de los poderosos», añadió.


Monseñor Báez afirmó que la «tiniebla del pesimismo» llega cuando por luchar tanto tiempo no se consiguen los «frutos esperados», pero animó a «iluminarla cultivando un espíritu propositivo y sembrando esperanza en los corazones».
El obispo manifestó que la tiniebla de la división hace tanto daño para lograr los cambios sociales necesarios, pero que se puede superar con la capacidad de escucha, con la renuncia a los propios intereses y fomentando la dinámica del diálogo y la búsqueda del bien común.
«Nuestra sociedad oscurecida necesita de la luz del Evangelio que transforma, sana y salva a quien lo acoge. Esta luz debemos hacerla resplandecer en las tinieblas», adujo.
«La Iglesia debe evitar que el pueblo se vuelva miedoso»
El purpurado considera que la Iglesia no debe preocuparse solo de comunicar «saber» doctrina, dogmas, mandamientos, sino también de comunicar “sabor”, esperanza, alegría, consuelo. Además, aseguró que la Iglesia «debe preservar y cuidar a la gente evitando que el pueblo se vuelva miedoso, pesimista ante la adversidad y pasivo ante la injusticia».
Mencionó que los cristianos se vuelven sal de la tierra en la sociedad cuando se liberan del miedo, optan por la honestidad y renuncian a la complicidad con los corruptos.
«Nos volvemos insípidos si permitimos que las ideologías prevalezcan sobre nuestra fe y si colaboramos con nuestra indiferencia para que se siga imponiendo una normalidad forzada impuesta por las armas y el miedo», dijo.
«No podemos volvernos “insípidos”, la Iglesia no puede ser “insípida”. Los cristianos nos volvemos insípidos si dejamos que el miedo nos haga vivir de espaldas a la realidad, si callamos la verdad en una sociedad dominada por las mentiras si permitimos que el pesimismo vaya carcomiendo la esperanza del pueblo», añadió.
Concluyó diciendo: «Somos “sal” de la tierra si nos mantenemos libres frente a los ídolos del poder o del dinero, que corrompen y producen marginación… cuando no nos cansamos de ser solidarios con quienes son víctimas del poder injusto y no dejamos de elevar nuestra voz por ellos».