Desde muy tempranas horas, cuando los gallos empiezan a cantar y el sol a destellar los primeros rayos, la jornada laboral inicia en el campo. En algunos lugares, mientras unas madres se preparan para ir al campo, otras alistan el desayuno o bien los trastes para que sus hijos reciban la merienda escolar.
Pero hay lugares como en las diferentes comunidades del departamento de Río San Juan donde la situación es diferente. En las fincas, los niños y niñas se levantan con sus padres desde muy tempranas horas para la labor de ordeño, dar de comer a los cerdos, las gallinas, los quehaceres de la casa y alistar la comida para la familia, después alistarse para ir a la escuela, uno que otro niño tiene que recorrer trayectos largos para poder llegar.
En la zona rural, el uso de uniforme no es exigido, los padres que lo pueden comprar visten a sus hijos e hijas de azul y blanco y los que no, usan la ropa de estar en sus casas.
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El pequeño Gamaliel Alexander González Guzmán, habitante de la comunidad la Juana, en el municipio de El Castillo, sin uniforme y con botas de hule, recibió su primer día de clases y sigue yendo a su aula. Su caso se tomó las redes sociales y las ayudas vinieron.
Más niños en la misma situación
Tras viralizarse su interés por el estudio y la humildad con que llegó al centro de estudios, la Alianza de Páginas Unidas (APU) organizó una colecta para apoyar a Gamaliel en sus estudios, pero como su caso hay muchos en la zona y el resto del país.
Hay niños y niñas que recorren hasta 2 o 3 horas para poder recibir el pan de la enseñanza, con el apoyo de Gamaliel, las familias que están en las mismas circunstancias, esperan poder recibir también ayuda.
La profesora María Pérez, jubilada del sistema de educación estatal, expresa que la situación de pobreza de las familias en las zonas rurales, la humildad en la que viven les hace pensar en el día a día en sus necesidades más básicas, como «alimentos», pero más que en comprar un uniforme o mochila nueva, lo importante para otras familias es que sus hijos e hijas reciban la enseñanza.
Pérez comparte que desde su experiencia a lo largo de 40 años, ha visto cómo niños y niñas que crecen en familias de escasos recursos y con limitaciones, llegan a ser excelentes alumnos. Ha visto como niños o niñas que llegaban a la escuela sin uniformes ni zapatos nuevos, hoy son médicos, ingenieros, abogados.
Agrega que es lamentable que en la actualidad, se le dé más valor a las cosas materiales que los conocimientos. «Hay que ser humilde, porque no es la mejor mochila, los mejores cuadernos, el mejor uniforme, lo que te hace ser buen estudiante», apuntó.
Educación pública ha decaído
David Rodríguez es trabajador de seguridad en la cabecera departamental de Río San Juan, San Carlos. Tiene dos hijos varones, uno de 9 y el otro de 15 años, que estudian en el colegio privado Cristo Rey. Desde siempre los ha tenido en este centro y explica que él y su esposa, han querido siempre la mejor educación para sus hijos, aunque eso implique más gastos para la familia.
Durante la pandemia se quedó sin empleo y recurrió a sacar a sus hijos del colegio privado e incorporarlos a una de las escuelas públicas de la zona, pero fue notando que sus hijos se estaban estancando, bajaron las notas, estaban expuestos a peligros en el caso de su hijo mayor de consumo de drogas.
Para Rodríguez, aunque les toque pagar un poco más, es preferible para ellos que sus hijos tengan más oportunidades de desarrollarse por el programa educativo, los colegios privados tienen mayores asignaturas, actividades propuestas para el desarrollo de los alumnos.
En las escuelas públicas, los alumnos pierden clases, están más en actos políticos, en actividades de cultura del partido o bien los días feriados se alargan. En las escuelas públicas, sin supervisión de los docentes y tutores, los «chavalos» están expuestos a cualquier cosa, en el caso de las de San Carlos, ha habido casos de violencia, bullying, consumo de drogas, entre otras, añade.
Asimismo aclara que con ello no quiere decir que todas las escuelas públicas sean iguales o que todas tengan estos problemas, pero lo que sí tiene claro es que la escuela privada le da mayor seguridad para el desarrollo intelectual de sus hijos.
Educación equitativa y de calidad
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la calidad de la educación está determinada por el impacto positivo que pueda tener en el desarrollo integral de la persona. «Una educación es de calidad, si ésta prepara a la niña y al niño para cambiar su realidad y le permite progresar en su vida», explica el organismo. Los factores asociados a la calidad de la educación son: currículp actualizado y contextualizado, docentes capacitados, familias comprometidas, instalaciones educativas completas, niñez motivada, entre otras.
UNICEF aboga por una educación inclusiva de calidad. La educación debe llegar a las niñas, los niños y adolescentes en el campo y la ciudad, a la niñez en condiciones de pobreza, con discapacidad o de los diferentes grupos étnicos. «No se trata solamente de llegar, sino de que la educación sea pertinente a cada niña y niño, a cada realidad, a cada contexto. Solamente así podemos hablar de educación inclusiva de calidad», señala.
Por Voces Unidas