Urnas Abiertas afirma que los ciudadanos nicaragüenses han optado por el «abstencionismo electoral» como forma de rechazo a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo que, resolvió tener el control total a nivel municipal con las recientes elecciones en las que se adjudicó el 100% de las alcaldías de Nicaragua.
«Lejos de leer el abstencionismo como ‘apatía política’ el fenómeno electoral de retirarse el pueblo de las urnas se ubica en línea con una estrategia silenciosa de rechazo contundente a la dictadura de Ortega-Murillo. La abstención en las últimas elecciones municipales da cuenta del enorme rechazo ante el régimen y sus cómplices», refiere el artículo publicado por el observatorio.
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El informe publicado en el Programa Regional de Transparencia añade que «en las elecciones municipales (la participación) usualmente es menor que en las presidenciales, pero este año (2022) el porcentaje de participación fue injustificablemente bajo: sólo un aproximado de 17.3% se presentó a las urnas, es decir que el 82.7% decidió no ejercer su derecho al voto y del porcentaje que sí votó hay que tomar en cuenta los trabajadores del Estado que fueron obligados a asistir a los centros de votación y mandar comprobantes fotográficos con sus dedos manchados de tinta».
En las municipales de 2022, un total de 3.722.884 nicaragüenses mayores de 16 años, de una población de 6,6 millones, fueron convocados para elegir a los alcaldes, vicealcaldes y concejales de los 153 municipios de Nicaragua, según datos del Consejo Supremo Electoral (CSE), que dio de baja a 755.450 electores en un año, sin explicar los motivos.
«Vemos cómo la abstención jugó un papel en la expresión del descontento del pueblo al régimen ilegítimo que lo somete, la única manera de que conserven el poder es a través de las armas y la cooperación de fuerzas armadas policiales, militares y paraestatales», afirma Urnas Abiertas.
Durante este proceso el régimen también forzó a asistir a las urnas a los trabajadores del Estado, «redoblaron esfuerzos e intensificaron la presión hacia trabajadores del Estado que no se había citado a las urnas, mediante mensajes de WhatsApp y redes sociales les amenazaban con despidos, les insistían preguntándoles si habían ido a votar y recordándoles que los estaban esperando porque necesitaban el total de los trabajadores que fueran a votar, incluso les señalaban que su puesto de trabajo era gracias al comandante».
«También activaron una red de movilizadores, es decir, militantes sandinistas que movilizaban a otras personas a participar de la votación, esta tarea estaba acompañada de un listado para contabilizar cuántas personas acarreaban, buses, camionetas, caponeras, motorizados, taxis, hicieron rondines durante horas de la tarde por diferentes calles para ofrecer a las personas llevarlas a los Centros de Votación», añade el informe.
A pesar de esto, los Centros de Votación se mantuvieron con poca afluencia de ciudadanos, lo que dejó como consecuencia un 82.67 % de abstención. «Pero la verdad que revela la cifra de abstencionismo doblega la ficción del totalitarismo orteguista», afirma la organización.