La vida de la familia de la presa política más joven de Nicaragua, Samantha Jirón, dio un cambio drástico desde el pasado nueve de noviembre de 2021 cuando fue detenida en las cercanías de un hotel capitalino. En ese entonces tenía 21 años.
Tres días después de su secuestro, su progenitora, Carolina Jirón, logró confirmar que su hija estaba detenida en la estación policial del Distrito Tres de Managua. Comenzó para ella, una pesadilla que aún padece.
“Vivo muy mal. La verdad que como madre es el último lugar (cárcel) donde uno desea ver a su hijo, más aún sabiendo que es inocente y que no ha cometido ningún delito. Solo teniendo la fe en Dios de que pronto esa situación cambie. Lo que vivimos es algo que nos cambió totalmente como familia, como a ella porque tiene paralizado sus sueños metas y estudios, pero no perdemos la fe que pronto va a retomar su vida”, comenta la madre.
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La joven es una de las cuatro mujeres presas políticas de Masaya y este próximo 16 de enero cumplirá 23 años, tras los barrotes de la cárcel de mujeres La Esperanza. Su madre mantiene la fe en que su hija obtenga pronto su libertad, pues fue condenada a ocho años de cárcel bajo los cargos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y ciberdelitos.
Desarrolla enfermedades en prisión
La joven que estudiaba ciencias políticas y comunicación social, producto de su encarcelamiento, padece diversas enfermedades, las cuales no han apagado su sonrisa y la creatividad para pintar.
“Ella padece de dolores artríticos, dolor en los huesos. Yo trato de llevarle a parte de medicamento especial para alergia o gastritis, yo llevo esas medicinas me las reciben y gracias a Dios se las entregan. Las circunstancias no han cambiado mucho. Samantha está en una celda con presas comunes, y tratando de ser fuerte. Las visitas son cada 15 días y paquetería cada 8 días. Ella practica la lectura y pintura, ya que son las únicas actividades que realiza porque no puede salir de esa celda”, manifiesta doña Carolina.
Otra Navidad con presos políticos
En Nicaragua, más de 200 personas presas políticos pasarán otra Navidad separadas de sus familias y en las cárceles de la Dirección de Auxilio Judicial y sistemas penitenciarios del país. Entre los opositores al régimen Ortega Murillo se encuentran encarceladas 26 mujeres, quienes en su momento demandaron la liberación de reos de conciencia, sin imaginar que luego, estarían privadas de su libertad.
“Yo sé que es una fecha de unión familiar, que lo importante es que estemos juntos, y yo sé que es otra Navidad que vamos a estar separadas, pero no perdemos la fe, que la próxima navidad no vaya a ser así. Yo le digo: no debemos bajar la guardia y ella trata de ser optimista, y relajarse porque sé que en un futuro disfrutaremos nuevamente en familia”, sostiene.
Samantha Jirón apoyó las protestas antigubernamentales en la ciudad de Masaya brindando atención de primeros auxilios a manifestantes, luego se vio forzada a exiliarse en Costa Rica, retornando al activismo político en 2020. A su corta edad, carga una condena impuesta de ocho años.
“Yo como madre he depositado mi confianza en Dios, en su hijo Jesús y siento plenamente en mi corazón que ella no va a cumplir esos 8 años de cárcel injusta y cruel. No puede perder ocho años de su vida. Yo le pido a Dios ese milagro. La fe y esperanza es la que nos sostiene para soportar este dolor tan grande e indescriptible”, señala.
“Es un dolor –agrega– que siento como madre y demás familiares que tiene a sus seres queridos en la cárcel siendo inocentes. Dios abrirá esas puertas y llegará el día de verlos libres”, señala. La joven presa política también se aferra a la fe en Dios para que ella y demás opositores encarcelados obtengan su libertad, y que los miles de exiliados regresen a Nicaragua y sientan el cariño de sus familias.