Más de una veintena de mujeres permanecen como presas políticas en las cárceles de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Las activistas, feministas, defensoras de derechos humanos, abogadas, esposas y madres de familia, son sometidas a tratos crueles, inhumanos y degradantes. Muchas de ellas no han podido ver a sus hijos e hijas porque el régimen se los ha impedido desde que fueron encarceladas.
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, diversas organizaciones políticas y feministas han demandado la liberación de las rehenes de conciencia de la dictadura. En sus redes sociales han exigido que sean puestas en libertad porque son inocentes. Este día se conmemora en memoria del asesinato de tres hermanas Mirabal, el 25 de noviembre de 1960, por orden del gobernante y dictador Rafael Trujillo, en Republica Dominicana.
Dora María Téllez, Violeta Granera, Samantha Jirón, Suyen Barahona, Tamara Dávila, Ana Margarita Vijil, María Esperanza Sánchez, María Fernanda Flores, Cristiana Chamorro, Evelyn Pinto, Julia Hernández, María Oviedo, Nidia Barbosa, Karla Escobar, Karla Vega, Mildred Rayo, Cinthia Padilla, Ana Carolina Álvarez, Jeanine Horvilleur y otras más que su familia ha pedido no se revelen sus nombres.
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Después de 2018, luego de las protestas pacíficas más grandes en la historia de Nicaragua, el régimen de Ortega elevó la persecución de las voces disidentes del país, incluidas las mujeres. Organizaciones han denunciado que el régimen las mantiene bajo condiciones inhumanas para romper su espíritu y quebrar su dignidad.
«En Nicaragua al menos 21 mujeres están secuestradas por razones políticas, aisladas, torturadas y amenazadas con violencia sexual. Demandamos el respeto a los derechos de todas las mujeres. ¡Basta de violencia!», escribió en sus redes sociales la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (Unab)
La mayoría de estas mujeres presas políticas fueron acusadas utilizando tres leyes que el régimen de Ortega creó en el 2020 con cargos como traición a la patria, menoscabo a la integridad nacional y ciberdelitos.
Las mujeres presas políticas sufren hambre extrema, por lo que algunas han perdido hasta 50 libras de peso y solo les permiten ver el sol por 10 minutos a la semana. Algunas han estado bajo aislamiento permanente, sin poder hablar con alguien por más de un año.
No les permiten comunicarse con sus hijos ni siquiera ver los dibujos de ellos. Además, las interrogan constantemente, reciben una mala alimentación, les niegan atención médica por enfermedades crónicas, las mantienen aisladas y las someten a alteraciones sensoriales.
La campaña Nicas Libres Ya, de la organización Raza e Igualdad, ha publicado fotografías de las presas políticas con la historia de cada una de ellas y ha demandado su liberación por varios meses, pero el régimen ha hecho oídos sordos a los llamados de la comunidad internacional que pide su libertad.