Los familiares de los presos políticos denunciaron que sus parientes encarcelados en «El Nuevo Chipote» han padecido de «crisis nerviosas, hipertensión, padecimientos cardíacos, insomnio, pérdida de apetito, llantos y desesperación», debido a la incomunicación prolongada a la que fueron sometidos por el régimen en los últimos tres meses.
Los dirigentes gremiales presos sufrieron 84 días de incomunicación absoluta. No fue hasta el pasado fin de semana que las familias lograron reunirse durante unas dos horas.
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Durante la visita, los familiares verificaron las «graves afectaciones psicológicas, físicas y emocionales provocadas en los presos políticos» por permanecer aislados de sus parientes durante un largo periodo.
Además, afirman que las visitas familiares se dieron bajo un clima de tensión y abuso de poder, debido a que la mayoría de los visitantes fueron sometidos a «revisiones exhaustivas y denigrantes, violatorias de su integridad física e intimidad».
La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo decidió retirar el nombre de Dennis Martínez de la fachada del Estadio Nacional de Béisbol, el escenario deportivo más importante de Nicaragua, según fotografías divulgadas por medios nacionales y usuarios de las redes sociales.
El nombre de Dennis Martínez no solo fue quitado del exterior del Estadio, sino que, también fue eliminado de las cuentas de redes sociales del recinto y de la propaganda de los partidos.
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De esta manera, el régimen estaría intentando borrar todo rastro de la máxima figura del béisbol nicaragüense en las Grandes Ligas, miembro del Salón de la Fama del Béisbol Mundial, que se ha mostrado en contra de las violaciones a los derechos humanos.
El padre Uriel Vallejos denunció que monseñor Rolando Álvarez se encuentra enfermo, sin médico privado que lo asista y come lo que el régimen Ortega Murillo autoriza.
El sacerdote Vallejos, quien se encuentra en el exilio debido a la persecución religiosa, reveló en su cuenta en Twitter que el obispo tampoco se encuentra con su familia como aseguró la dictadura al imponerle un presunto arresto domiciliario.
Añadió que monseñor Álvarez como los otros sacerdotes y seminaristas de la Diócesis de Matagalpa, que llevan más de cien días presos, «no pueden estar bien y lo que sufren es inhumano».
Según sus fuentes, «uno de los sacerdotes está perdiendo la visión y (la audición), y los otros están sumamente delgados y enfermos. Además, la alimentación es muy mala».
Por su parte, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) denunció que monseñor Rolando Álvarez «sufrió una caída» de la que no se conocen detalles. Los defensores exigieron al régimen su inmediata liberación y demandaron a la alta jerarquía de la Iglesia católica brindar información sobre el líder religioso.