Este jueves, diez de noviembre, dio inicio el juicio contra Alfredo Antonio Lara Ortiz, de 19 años. y Alison Yahoska Salgado Rugama, de 18 años, dos de los tres acusados por los delitos de asesinato agravado y violación en grado de tentativa contra dos hermanas de siete y 10 años.
El caso está a cargo de la jueza Aleyda Irías, del Juzgado Segundo Especializado en Violencia, quien valorará las pruebas del Ministerio Público que pretenden acreditar la responsabilidad penal de ambos acusados.
El tercer procesado por estos mismos delitos es un adolescente de 15 años, hermano de Alison, que será juzgado en un tribunal de adolescente. De ser encontrado culpable pagaría una pena máxima de seis años, según lo estable el Código de la Niñez y la Adolescencia para los menores de edad que infringen la ley.
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El crimen contra la dos hermanas ocurrió el pasado dos de septiembre en horas de la noches en Ciudad Belén, en el Distrito VI de Managua. Los acusados habitaban a cinco casas de donde residían las víctimas.
Los hechos
Investigaciones de la Policía detallan que el examen post mortem determinó que la niña de iniciales I.J.U., de siete años, fue asesinada por asfixia mecánica (sofocación), y su hermanita M.J.U., de 10 años, por trauma craneoencefálico severo causado con objeto contundente y presenta equimosis de color verde en la región del pubis.
Los cuerpos sin vida de las niñas fueron encontrados en un predio baldío en Ciudad Belén el día lunes, cinco de septiembre. En el sitio se ocuparon como evidencias un colchón de tela multicolor, tiras de tela color blanco, un trozo de alambre dúplex color blanco y se recolectaron muestras de fluidos corporales. Los testigos refieren que los tres presuntos criminales lavaron la casa en horas de la mañana del día siguiente de la desaparición de las menores.
El crimen fue cometido en la vivienda de los presuntos femicidas, donde se realizó peritaje de criminalística que reveló presencia de sangre humana en la sala y en el dormitorio del adolescente. En el dormitorio también fue encontrado un trozo de bloque y un trozo de toalla azul utilizados para cometer el crimen, indicó el parte policial.
Las víctimas salieron de su vivienda luego que una vecina de 10 años llegara a buscarlas para ir a una vigilia. La mamá les negó el permiso, cerró la puerta y se acostó a dormir. Al despertarse, dos horas después, se percató que sus hijas no se encontraban en la casa, por lo que fue a buscarlas a la vigilia que se celebraba a una cuadra, alrededor de las 10:30 de la noche. No las encontró y regresó a la vivienda.
A eso de la una de la madrugada, fue nuevamente a buscarlas a la vigilia hasta que la actividad finalizó; al no encontrarlas, llegó a la casa de la vecinita R.C.S.R., donde conversó con la abuela, «quien le dijo que las niñitas no estaban en casa y que no sabía nada de ellas».
Las víctimas tenían tres meses de haber llegado a la capital. La familia, de la etnia miskita, es originaria de la comunidad Walakitang de Río Coco, en Wiwilí, departamento de Jinotega, y llegó a Managua en busca de trabajo. Los cuerpos de las niñas fueron trasladados a su comunidad con ayuda del Ejército de Nicaragua, según una nota de prensa difundida por el cuerpo castrense en sus redes sociales.