El exaspirante presidencial Juan Sebastián Chamorro, preso político de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, cumple este 21 de octubre 500 días de estar recluido en las cárceles del régimen. Durante todo este tiempo en prisión no le han permitido comunicarse con su esposa Victoria Cárdenas y su hija.
«500 días (tiene) mi esposo Juan Sebastián Chamorro encerrado. En indefensión total, condenado a 13 años. Sin atención medica ni psicológica, con pésima alimentación. Sin material de escritura ni lectura, ni una biblia para reconfortar su espíritu. Sin ninguna comunicación con mi hija y conmigo», denunció Cárdenas en su cuenta de Twitter.
Chamorro fue presentado en los Juzgados de Managua el pasado 30 de agosto, en las imágenes difundidas por los medios de propaganda de la dictadura, se mostró con el estado físico deteriorado debido a las condiciones de encierro a las que es sometido junto a los demás presos políticos desde las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocida como «El Nuevo Chipote».
Desde su detención, no se le ha permitido enviar ni recibir una carta de sus familiares; tampoco ha tenido acceso a llamadas telefónicas ni a visitas regulares. Las visitas a los presos políticos en la DAJ se hacen cada 30 o 40 días.
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Chamorro, junto a un grupo de 26 rehenes de conciencia, está bajo un régimen de incomunicación por parte de la pareja dictatorial. Ortega y Murillo, quienes han ordenado mantenerlos sin visitas familiares desde hace 56 días. En todo ese tiempo, los familiares han demandado información de su estado de salud y físico, pero solo reciben amenazas.
El exaspirante a la Presidencia fue condenado bajo juicios que, según su abogado internacional Jared Genser, estuvieron llenos de irregularidades. Durante el juicio, la Fiscalía presentó a 27 agentes de la Policía como testigos en contra de Chamorro y otros seis presos políticos. La única prueba que se les imputaba era su participación en un grupo de WhatsApp y unas entrevistas en televisión.
Desde su juicio, el preso político expresó su inocencia afirmando que «solo Dios, la historia y mi país Nicaragua me pueden juzgar. Estoy en paz, tengo fe y esperanza porque sé que Dios y los nicaragüenses saben que soy inocente», dijo con seguridad luego de escuchar el fallo de culpabilidad en su contra.