Desde que fue anunciada la cancelación de la personalidad jurídica de la Asociación Misioneras de la Caridad, las religiosas de la orden creada por Madre Teresa de Calcuta vivieron «momentos difíciles, de zozobra, de angustia, temerosas de su integridad física», informó monseñor Manuel Eugenio Salazar, obispo de la Diócesis de Tilarán en Liberia, Costa Rica.
«Estaban con mucha preocupación hasta que llegaron a territorio costarricense. Si por ellas hubiera sido se quedan en Nicaragua, aman a Nicaragua, aman al pueblo nicaragüense, especialmente a los más pobres y necesitados», dijo el obispo en un video divulgado en sus redes sociales.
«Yo no veo en ellas culpa alguna, solo son mujeres, esposas de Jesucristo, consagradas que solo pretenden servir a los pobres, hacer muchas cosas que muchos otros no hacen, pero bueno, esa es la vida del cristiano. También la bendición martirial es parte de la espiritualidad cristiana. La Iglesia de Jesucristo es la Iglesia perseguida; sino, no es de Jesucristo», añadió.
Monseñor Salazar reveló que un sacerdote nicaragüense se comunicó con él para que recibiera a las religiosas en su Diócesis porque las hermanas debían abandonar Nicaragua.
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«Yo hubiera querido ir personalmente, pero ya tenía programado (en) Palmares, visitar un sacerdote anciano y enfermo. Exhorté a algunos sacerdotes que fueran en mi nombre a recibirlas, gracias a Dios algunos de ellos fueron y organizaron para recibirlas con un almuercito, ahí mismo en Migración (y Extranjería) en la frontera», afirmó.
El sacerdote indicó que desconoce las razones de la expulsión de las religiosas y que esto los tomó por «sorpresa», incluso dijo que las mismas religiosas no tenían claro cuándo podían salir de Nicaragua.
«Estas religiosas, Misioneras de la Caridad, siguiendo el ejemplo de Madre Teresa de Calcuta, solo pretenden un privilegio: amar y servir a los pobres. Los más necesitados. Oremos por el hermano pueblo de Nicaragua, por nuestra hermana Iglesia nicaragüense. Oremos por el pueblo nicaragüense que tiene un historia de mucha lucha, confrontación y sufrimiento. Oremos para que, a través del diálogo, se llegue a las soluciones de los problemas nicaragüenses, respetándose los derechos humanos, que haya esa libertad de expresión de todos y sin violencia y sin agresión y con respeto y tolerancia se busquen las soluciones políticas», subrayó.
El obispo dio la bienvenida a las Misioneras de la Caridad bienvenidas a Costa Rica, aseguró que les «honran con su presencia. Al recibirlas a ustedes hemos recibido a Jesucristo». «Son ustedes mujeres valientes y nos dan ejemplo de entrega y sencillez en este mundo materialista donde interesa el dinero, el poder político y económico, ustedes enseñan que la consagración a Jesucristo en sencillez, lo que vale la pena es amar a los pobres y entre ellos a los más pobres», manifestaron.
«El amor vencerá, el amor triunfará. La ultima palabra la tiene Dios, no el hombre, la tiene la luz y no la oscuridad. Adelante Nicaragua, adelante los cristianos nicaragüenses por construir la civilización del amor», finalizó.
La expulsión de las religiosas
El miércoles, seis de julio, un microbús con las religiosas fue escoltado hasta la frontera con Costa Rica para garantizar que las monjas abandonaran el país tras la cancelación y confiscación de sus bienes por parte del régimen de Nicaragua.
Las autoridades les notificaron a las monjas de origen extranjero, que son las que administraban los centros benéficos, que deben abandonar el país. Desde el pasado 15 de junio, la Asociación Misioneras de la Caridad cerró operaciones de una guardería, un hogar para niñas víctimas de abusos o abandonadas, y un asilo de ancianos que administraban en varias zonas del país.
El Ministerio de Gobernación (Migob) sostuvo que las Misioneras de la Caridad no están acreditadas por el Ministerio de Familia para funcionar como guardería, centro de desarrollo infantil y hogar de niñas o asilo de ancianos, ni tienen permiso del Ministerio de Educación para realizar el reforzamiento de aprendizaje.
La Asociación Misioneras de la Caridad fue creada el 16 de agosto de 1988 durante el primer régimen sandinista (1979-1990), y su apertura se dio luego de una visita a Nicaragua de la Madre Teresa de Calcuta, en la que se reunió con Ortega, quien era también el presidente de entonces.