El mandatario ilegítimo, Daniel Ortega, envió a la Asamblea Nacional cuatro iniciativas de Ley de reforma para colocar en la dirección de las instituciones a un «codirector», nombrado por el propio Ortega, que tendrá la facultad de ejercer la representación legal y hasta nombrar o remover a los empleados.
Las iniciativas, fechadas el cinco de mayo, pretenden modificar la organización y juntas directivas del Instituto de la Vivienda Urbana y Rural (Invur), Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) y del Instituto Nacional Forestal (Inafor), según Ortega, para «modernizar» y lograr una mejor organización interna de la administración pública que de «respuesta a la demanda de forma eficiente y eficaz». En la práctica, la medida de tener un «segundo al mando» ya se ejecuta.
En la reforma a la Ley 428, Ley Orgánica del Invur, se mandata que «los funcionarios de mayor jerarquía serán dos codirectores o codirectoras nombrados por el Presidente de la República, quienes ejercerán la representación legal». Cuando los designados no puedan concurrir a las sesiones, éstas serán presididas por el ministro de Hacienda o el ministro de Transporte.
Reformándose así el párrafo segundo del artículo 1, el inciso a y el penúltimo párrafo del artículo 8, y el artículo 9.

La iniciativa de reforma a la Ley 311, Ley Orgánica de Ineter y sus reformas, establece cambiar el artículo 12 referido a la integración de la Dirección Superior que se leerá de la siguiente manera: «La Dirección Superior (Disup) estará integrada por dos codirectores o codirectoras y un secretrario general, todos ellos nombrados por el Presidente de la República».
El proyecto de reforma a la Ley 298, Ley Creadora del Intur, mandata modificar los artículos 1, 10 numeral 1 y el artículo 17. Con ello, la Dirección y Administración de la institución quedará a cargo de un Consejo Directivo, dos codirectores, un secretario general y demás funcionarios del Intur.

«Los funcionarios de mayor jerarquía serán dos codirectores o codirectoras nombrados por el Presidente de la República, quienes ejercerán la representación legal», reitera. Además, tendrán la facultad de nombrar o remover al secretario general y demás funcionarios y empleados del Intur.
«No podrán realizarse sesiones del Consejo Directivo sin la presencia del codirector», añade.
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La iniciativa de reforma a la Ley 462, Ley de Conservación, Fomento y Desarrollo Sostenible del sector forestal, pide cambiar los artículos 7, párrafo segundo, y el artículo 50, inciso a, para dejar sentado que serán estos «codirectores» de Ortega quienes ejercerán la representación legal y presidirán el Inafor.
En lo que va del año, el régimen ha modificado las estructuras de al menos seis instituciones de los ámbitos de municipalidades, pesca, cultura, energía y deportes (Inifom, INC, Cornap, Inpesca, Enatrel, IND) con lo que, según analistas, se busca legalizar el control absoluto y vigilancia de la pareja presidencial sobre las decisiones de los directores y empleados de las instituciones estatales.

«Esto tiene más de 10 años de estarse dando en el Gobierno de poner codirectores en el mismo nivel que lo único que procura es poner dos personas a competir para que la información fluya hacia Rosario (Murillo), es decir, es un método de centralización», explicó el analista político y exdiputado liberal Eliseo Núñez Morales.
Indicó que la práctica provoca «distorsiones en el mando» y demuestra que Murillo, vicemandataria ilegítima, «toma la cosa pública cual si fuese su casa» en perjuicio del bienestar de la población.
«Al poner a dos personas (en la dirección), el que se siente con menos poder, en algún momento, delata al otro y viceversa. Entonces con esto, ella (Murillo) mantiene el control absoluto de las instituciones», agregó.
En 2014, el Ejecutivo pidió nombrar a dos codirectores en el Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred) porque, según su entonces secretario privado Paul Oquist, es una organización que tiene que funcionar «siete días a la semana y 24 horas al día» y el director tiene que «dormir», mientras el otro «está a la cabeza». Un año después, la pareja dictatorial ya había realizado más de cinco cambios de codirectores.