El precio de la canasta básica en Nicaragua asciende a los a 17 mil córdobas, un costo que supera en más del doble el salario mínimo establecido en el país, lo que para los ciudadanos se traduce en «incertidumbre, hambre y más pobreza para quienes nos rebuscamos el sustento diario», refirió una ciudadana entrevistada por Artículo 66.
«Yo no tengo un salario fijo, trabajo en el mercado oriental y me sostengo de los ingresos de los ciudadanos, pero si no hay economía estable a nosotros se nos dificulta ganarnos el dinero así que para todos es un golpe en nuestro bolsillos el aumento de precios de la canasta básica. A los que están en el poder no les importa porque ellos no se rebuscan el pan de cada día, pero quienes lo sufrimos somos nosotros los pobres», dijo la comerciante que prefirió mantener su identidad bajo condición de anonimato.
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El sociólogo y economista Óscar René Vargas explicó recientemente a través de un artículo de opinión que «el alza en precios de alimentos tendrá su impacto más severo en los hogares vulnerables, y el aumento en precios de los combustibles dañará a los más pobres. La población más pobre sufre en estos momentos el costo más alto por la inflación. Vemos que está creciendo más la pobreza por ingresos».
Afirmó que el el país los productos alimenticios se han encarecido porque se importa «a precios altos», cereales, legumbres y granos básicos, debido a que la producción interna no cubre la demanda local. La alta dependencia de alimentos básicos para cubrir gran parte de la demanda nacional hace al país altamente vulnerable ante un mercado internacional donde los precios van al alza, refiere el experto.
«En la relación entre gasto en alimentos e ingreso monetario, los hogares con los ingresos más bajos tienen una baja diversidad en el consumo, puesto que destinan más del 60 por ciento de su ingreso monetario para la compra de alimentos. Por el contrario, los hogares con los ingresos más altos destinan en promedio menos del 20 por ciento de su ingreso monetario para el consumo de alimentos», asegura Vargas.
Son los hogares vulnerables los que recienten más esta carestía, pues «se vuelve difícil mantener un hogar estable si todo va subiendo, uno ya no sabe qué hacer con esta situación que solo va a traer más incertidumbre, hambre y más pobreza para quienes nos rebuscamos el sustento diario. Yo vendo granos básicos y la verdad es que esto ya ni siquiera es un negocio rentable pues no se le gana prácticamente nada, uno tiene que asumir la mayoría de los aumentos para no perder clientes porque la situación está pareja y todo mundo se anda rebuscando los pesitos para poder llevar lo necesario», sostuvo la comerciante.
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Continuó añadiendo que «es increíble ver todos los días que uno llega a comprar su producto para vender y todo va subiendo de córdoba en córdoba. El aceite ya anda en 1,500 el bidón, el azúcar en 1,290 y el arroz anda en 1,680 el saco, todo anda por las nubes». Según la información actualizada hasta marzo el Instituto Nacional de Información y Desarrollo (Inide), indica que la canasta básica se cotizaba a 16,998 córdobas.
Desde el 24 de enero de este año, el Instituto Nacional de Defensa del Consumidor (INDEC) envió una carta dirigida al titular del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC), en ese entonces Orlando Castillo, en la que solicitaban que se congelen 10 de los 53 productos que conforman la canasta básica. A mediados de abril volvieron a presentar la propuesta con la adición de mantener el subsidio del 25% a la tarifa del servicio eléctrico.
La dinámica inflacionaria en la región se ha acelerado, advierte la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). A marzo de 2022 se estima que la inflación regional fue de 7,5%, y muchos bancos centrales de la región anticipan que la inflación se mantendrá elevada en lo que resta del año, en virtud de la mayor incertidumbre en el contexto externo que se ha visto acentuada por la guerra de Ucrania.
Además la Cepal alerta que para este 2022 y, en concordancia con la desaceleración que se espera en el ritmo de crecimiento de la región, se prevé que el ritmo de creación de empleo se reduzca.