Monseñor Silvo Báez, obispo auxiliar de Managua, invitó a los creyentes a ser misericordiosos ante el dolor ajeno y verdaderos constructores de paz, no de aquella «falsa paz» que intentan imponer las personas que ostentan el poder a través de las armas.
«No nos acostumbremos a la falsa paz y a la engañosa normalidad que los poderosos quieren imponer con el miedo y las armas para conservar sus privilegios», manifestó el obispo en su homilía este domingo, 24 de abril, en la iglesia Santa Ágatha en Miami, Estados Unidos.
En el contexto de invasión rusa en Ucrania y de crisis de derechos humanos en Nicaragua, monseñor Báez advirtió que la paz en el mundo está amenazada. «Los pueblos viven todavía bajo sistemas políticos que se imponen con terror sobre las personas, obligando a poblaciones enteras al sometimiento o al exilio forzado en busca de una tierra de paz», declaró desde el exilio.
En este mes, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha alardeado de la virtual victoria de su régimen sobre los nicaragüenses que se rebelaron durante la insurrección cívica de abril de 2018. Según la vocera Murillo, la «paz» prevaleció en el país al neutralizar a los opositores, a pesar de los más de 300 muertos.
Murillo, incluso, ha felicitado a los operadores de la represión llamándolos «héroes de la paz» y asegurando que ese «es el plan de Dios». A su vez, incrementó su ataque verbal en contra de sacerdotes a quienes acusó de «violentar el evangelio para cometer crímenes de lesa humanidad» y los amenazó con «ni perdón ni olvido» por haber auxiliado a las víctimas.
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Monseñor Báez enfatizó este día que solo con la paz de Jesús «seremos fermento de unidad y no de división, personas misericordiosas y no gente amargada, ambiciosa o vengativa».
«Podremos comprender y perdonar, servir y amar; nunca humillaremos ni ofenderemos; perdonaremos siempre y llevaremos alegría y esperanza a todas partes. ¡Acojamos al Señor Resucitado que nos comunica la paz verdadera, de la que tanta necesidad tenemos!», manifestó el líder religioso.
Monseñor añadió que «los discípulos de Jesús» están llamados a ser constructores de la paz verdadera que surge a través de la justicia y produce la reconciliación. «No habrá paz social, no habrá paz en el mundo, si no hay paz interior en las personas (…) Sin paz en el corazón solo irradiaremos sospecha, división y miedo».
El continuar acusándose y condenándose continuamente entre sí y «revolviéndose amargados en las culpas» no sirve de anda, dijo Báez, por lo que exhortó a ser «capaces de acabar con los prejuicios que dividen, las palabras que hieren, los muros que separan y la violencia y el odio que destruyen la vida».
A pesar de las amenazas del régimen en contra de los obispos, monseñor Báez aseguró que «las heridas de hoy, las heridas que sufrimos cuando somos heridos amando y ayudando a los demás, serán cicatrices curadas por Dios, llagas gloriosas para siempre. No tengamos miedo a dejarnos herir por el dolor de los demás y siriviendo a los demás».
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«En este domingo de la divina misericordia, acojamos la paz de Jesús que nos hace salir de nuestros miedos, pecados y desesperanzas y permitamos que sus llagas curen nuestras debilidades y egoísmos. Que la misericordia del Señor, acogida en nuestros corazones nos haga creyentes maduros, serios constructores de paz en el mundo y personas capaces de inclinarnos con misericordia ante las heridas de nuestros hermanos. Nuestra vida quizás no será más fácil, pero sí más plena, más vibrante y llena de luz y de amor», finalizó.