Álvaro Conrado, padre de Alvarito Conrado, el niño asesinado el viernes, 20 de abril de 2018 tres días después del inicio de la insurrección de abril, recordó este miércoles el cuarto aniversario del crimen de su hijo. Manifestó que seguirán «buscando justicia sin impunidad», soñando con «una nueva Nicaragua donde haya libertad de expresión y los crímenes de lesa humanidad sean juzgados».
El adolescente de 15 años, Álvaro Manuel Conrado Dávila, fue asesinado en las inmediaciones de la Universidad de Ingeniería (UNI), zona en la que se encontraba entregando agua a universitarios que protestaban en contra de las reformas a la Seguridad Social. «Me duele respirar», fue la última frase que pronunció el menor mientras lo atendían jóvenes estudiantes de medicina. Le dolía respirar porque una bala le había atravesado la garganta.
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Su padre, en entrevista con Artículo 66, aludió a Alvarito como «un buen deportista, despierto, dinámico, alegre, bien solidario con sus compañeros, le gustaba jugar con los niños pequeños, era bastante abierto, tenía muchos amigos y era una buena persona». Actualmente, el «niño mártir» tendría 19 años y según su papá estaría en su segundo año de carrera universitaria entre las que tenía como opciones «estudiar derecho o ingeniería en la Universidad Centroamericana o en la Universidad Nacional de Ingeniería».
Para Conrado, esta es una fecha muy dolorosa ya que el gobierno de Daniel Ortega continúa con sus mentiras afirmando que Alvarito, al igual que otros jóvenes fueron manipulados para protestar contra la dictadura. «Mi hijo no fue manipulado por nadie, simplemente decidió salir para ayudar a los muchachos que estaban en protesta», expresó su papá.
A cuatro años de su muerte, la memoria de «Alvarito» sigue más viva que nunca en la familia Conrado Dávila. En la sala de la casa, don Álvaro ha dedicado un espacio para su hijo: Fotos, pinturas, diplomas, medallas, guitarra y hasta un par de zapatos pintado con el rostro del adolescente cuelgan de la pared. Es una especie de mural con gráficos y objetivos dedicados al niño mártir, que entre sus sueños estaba ser atleta y formar parte de la Asociación de Atletismo Máster de Nicaragua (Asamanic).
Para cuando sucedió la rebelión de abril de 2018, Alvarito, de 15 años, era estudiante de cuarto año de secundaria en el Instituto Loyola. Era un buen alumno y contaba con tres medallas ganadas en carreras de atletismo.
El padre de Alvarito considera que su hijo fue conmovido por la represión que sufrían los estudiantes y no dudó en ayudar, llevándoles agua al grupo que se encontraban en la Catedral de Managua recogiendo víveres. Reportes periodísticos de ese momento revelaron, a través de testimonios de doctores, que la orden era no atender a los heridos de las protestas antigubernamentales. Y Alvarito fue una de las primeras víctimas mortales de esa orden.
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«Nosotros no creemos en la impunidad, no estamos de acuerdo en dialogar para que haya más impunidad. Tiene que haber cero amnistía y que los culpables de toda esta situación sean juzgados y que haya un procedimiento correcto donde se encuentren garantes internacionales y que simplemente se averigüe la verdad y que haya justicia para todos», dijo Conrado.
La rebelión de abril dejó al menos 325 muertos bajo la responsabilidad del régimen orteguista, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Después de cuatro años de la represión gubernamental los familiares de las víctimas continúan exigiendo justicia.