En la homilía del Domingo de Ramos, cuando conmemoran la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, dijo que no podemos «ignorar a los crucificados de hoy» y que seamos «compasivos con quienes sufren, acercándonos a los últimos del mundo, escuchando el grito de las víctimas y siendo solidarios con sus exigencias de justicia».
Monseñor Báez explicó que Dios padece la pobreza y la incertidumbre de quienes se ven forzados al exilio en los países. «Dios sufre con los presos políticos condenados y maltratados injustamente, Dios llora con las madres de las víctimas de la represión», destacó.
El prelado explicó que «la ignorancia del corazón» es no saber que dañando se hacen daño y que justificando su crueldad se condenan a sí mismos; no saber que condenando al justo, echan a Dios de su vida y de la historia. «No saben ni quieren saber que Dios es amor y por eso torturan, condenan injustamente y matan con tanta crueldad», dijo el obispo auxiliar en referencia a la grave crisis de derechos humanos que atraviesa el país desde abril 2018.
«Dios hará justicia a las víctimas»
La represión en Nicaragua ha dejado 355 personas muertas desde abril 2018, según cifras actualizadas y recopiladas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), cuatro especialistas que investigaron los sucesos contra la ciudadanía, concluyó que en Nicaragua se cometieron crímenes de lesa humanidad y estableció responsabilidades de la pareja dictatorial por esos hechos.
«Solo sabemos que Dios sufre con nosotros. No estamos solos. En el crucificado contemplamos un Dios encarnado en nuestros sufrimientos, que llora en nuestras lágrimas y nos consuela en nuestras penas y desgracias. Solo sabemos que ninguna cruz injusta es para siempre y que el Dios de la vida hará justicia a las víctimas, hará resucitar a los pueblos crucificados y hará surgir la vida en medio de nuestros dolores y angustias», aseguró.
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Nicaragua está sumida en una profunda crisis sociopolítica, económica y de derechos humanos que se acentuó en 2018. El régimen ordenó reprimir a la población que se manifestó en su contra y sofocar con balas la expresión popular que demandaba la renuncia de Ortega y Murillo.
«El mayor mal de nuestra sociedad»
El obispo Báez señaló que la indiferencia es el «mayor mal de la sociedad», señaló que «es inhumano acostumbrarnos a ver el dolor ajeno sin sentir nada en nuestro propio corazón, es escandaloso volvernos espectadores de la injusticia del mundo desde el cómodo balcón de la indiferencia».
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«Mientras no nos toca sufrir a nosotros, mientras no somos nosotros quienes padecemos, lo que les ocurre a los otros no nos preocupa demasiado ni estamos dispuestos a exponernos ni a complicarnos la vida por ellos», añadió.
Afirmó que la lógica del mundo es salvarse a sí mismo, pensar en sí mismo, ir adelante en la vida no importando si pisoteamos a los demás, vivir para ganar y tener para uno mismo, «hacer cualquier cosa con tal de mandar y tener poder yo. Salvarse a sí mismo y vivir para sí mismo es la consigna que resume y explica la tragedia de la humanidad».