Este siete de abril, el niño Teyler Lorío Navarrete, quien fue asesinado el 23 de junio de 2018 mientras se daban los ataques de paramilitares y la Policía en el sector de las Américas Uno, en Managua; estaría cumpliendo sus cinco años.
El menor murió cuando apenas tenía 14 meses tras recibir un disparo en la cabeza cuando su padre lo cargaba en brazos de camino a casa de la abuela del pequeño. Los padres de una de las víctimas de la represión estatal en Nicaragua lamentaron este día el no poder tener a su hijo.
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«Hoy Teyler estaría cumpliendo 5 años si (Daniel) Ortega (y Rosario) Murillo y su narco Ejército no hubieran disparado a un pueblo desarmado. Hoy mis lágrimas recorren mi rostro aún con la imagen fresca de mi hijo partiendo de mis brazos», escribió en su cuenta de Twitter Nelson Lorío Sandoval, padre del pequeño.
«Hasta el cielo mis besos y abrazos. No puedo más», agregó el joven opositor, quien junto a su familia tuvo que exiliarse en Estados Unidos, debido a las constantes amenazas de muerte y de cárcel por parte del régimen orteguista.

En entrevista con Artículo 66, el padre del menor dijo que «hace cuatro años que me lo arrebataron, es muy duro, y peor sabiendo que estoy en el exilio y no poder visitar su tumba, la que mandé a restaurar para que no estuviera abandonado el lugar donde están los restos de mi hijo».
«Actualmente, él tuviera cinco años y si él estuviera vivo yo no estuviera en el exilio, porque la verdad que desde el 18 de abril participé en todas las marchas, tal vez fuera un preso político», agregó.
Siguen exigiendo justicia
Además, afirmó que pese a estar fuera del país seguirá demandando justicia. «Mi hijo no se quedó en Nicaragua, viene conmigo, porque es parte de mi vida. Desde donde esté voy a seguir denunciando para que el Gobierno de Daniel Ortega pague por su crimen», recalcó.
Lorío remarcó que en el país donde se encuentre un nicaragüense debe de exigir justicia, «porque en Nicaragua justicia no hay. ¿A quién le vas a pedir justicia en Nicaragua si el asesino está en el poder?».
Hasta la fecha, la muerte del recién nacido sigue impune, más bien los padres del niño fueron objeto de constantes asedios y detenciones arbitrarias por parte de la Policía. «Según el forense, la muerte de mi hijo fe un suicidio, pero ni su pacha podía todavía agarrar», denunció Nelson Lorío, al recordar la epicrisis inicial que le entregaron en el hospital.
En cuanto a la crisis social que vive Nicaragua, Lorío lamentó que voces «como las nuestras el gobierno no las escucha. Las organizaciones mundiales están tomando muy poca acción, porque todos los comunicados no son tan contundentes contra un régimen que todavía no para de matar y encarcelar».