El músico nicaragüense Ricardo Palma, considerado una “leyenda del rock” de Nicaragua, falleció a los 75 años, tras haber marcado una de las mejores épocas musicales de su país, informaron este miércoles sus hijos Tatiana y Pavel Palma Vaughan.
“Te fuiste papá y aunque mi corazón está desconsolado, mi cabeza me asegura que ya estás en un mejor lugar, donde ya nada te duele, donde podés seguir creando tu música electrizante, podés tocar el piano y la guitarra sin que te duelan los huesos, podés correr, saltar y bailar”, informó Tatiana, en una emotiva carta pública.
Las causas del fallecimiento de Palma no fueron divulgadas, pero el rockero nicaragüense padecía de una artritis que lo obligó a retirarse de los escenarios a inicios del presente siglo.
Palma, siempre vestido de camisa negra, jeans y botas oscuras, era el rockero más conocido en Nicaragua después de José “Chepito” Areas, expecursionista de Santana y miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll en Cleveland (EE.UU.).
Fue la figura principal del llamado “boom del rock and roll” en Nicaragua, en las décadas de 1960 y 1970, cuando múltiples bandas juveniles buscaban ser los Beatles locales.
“Me dejaste, pero te llevo conmigo por siempre, en mis venas, mis cromosomas, en mis hijas, en tu música, en tu legado”, resaltó Tatiana.
El veterano rockero lideró al grupo más destacado de aquellos años, Los Rockets, que se inspiraron en The Beatles, Elvis Presley y el grupo mexicano Los rebeldes del rock.
Décadas después, Palma fundó los grupos Axioma y Llama Viva, que también triunfaron a nivel local.
Palma alcanzó su fama de “leyenda del rock” y vivió de la música a pesar de que, según algunos estudiosos de los grupos locales, “se dedicó exclusivamente a la música”, y no tanto a la promoción comercial de sus grupos.
El rock le dio a Palma una carrera, pero también a su esposa, Martha Vaughan, una de las cantantes rockeras más conocidas de Nicaragua, y sus cuatro hijos, uno de los cuales, Pavel, siguió sus pasos.
También le dio a “Cristina”, una de sus viejas y queridas guitarras.
“Sé que ya estás gozando, mientras aquí yo pensando que no voy a volver a abrazarte y tocar tu pelona (cabeza calva) helada y sudorosa, y sentir ese olorcito tuyo un poco a cigarro, otro poco a viejito y a perfume”, escribió Tatiana, en la última carta dedicada a su padre.