Los periodistas nicaragüenses tienen dos opciones: informar desde la clandestinidad o hacerlo desde el exilio. La brutal embestida del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha obligado a decenas de comunicadores a abandonar sus viviendas, desplazarse forzadamente, migrar a países vecinos, la cárcel o la muerte.
Nicaragua recobró la democracia en 1990, en esa época surgieron nuevos medios de comunicación, y también recuperó la libertad de prensa. En 2007, el panorama cambió y aunque el caudillo sandinista prometió una relación cercana con los periodistas sucedió todo lo contrario.
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La vocera del régimen comenzó a crear un emporio mediático para difundir «información incontaminada», concentró el pastel publicitario en los medios de sus hijos y en 2018 arreció su «estrategia» de silenciar a los medios de comunicación.
El Colectivo Nicaragua Nunca Más en su informe “Persecución y criminalización del periodismo en Nicaragua” identificó una amplia variedad de mecanismos represivos usados por la dictadura para lograr su objetivo: criminalización y judicialización; ataques a la integridad física y psicológica; daño patrimonial a medios y periodistas; persecución fiscal y aduanera.
Periodistas presos
Los periodistas Miguel Mendoza y Miguel Mora, este último aspirante a la Presidencia de Nicaragua, están encarcelados, fueron declarados culpables por «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional», a Mendoza también le aplicaron la Ley 1042, Ley Especial de Ciberdelitos por publicar tuits «contra el Gobierno». Mora enfrenta la cárcel por segunda ocasión, anteriormente estuvo preso por seis meses de diciembre 2018 a junio de 2019. El medio que fundó, 100% Noticias, fue confiscado.
La encarcelación de los dos periodistas es apenas un ápice de todas las acciones represivas que el régimen emplea para silenciar a la prensa independiente. Desde mediados de 2021 se inició la persecución selectiva de los profesionales de la comunicación; decenas fueron citados por el Ministerio Público, al servicio de la dictadura, para rendir declaración en feroces entrevistas donde les criticaban sus trabajos escritos en medios como Confidencial, La Prensa, Artículo 66, Divergentes y La Lupa, entre otros.
Estas «entrevistas» giraban también sobre la «investigación» que el régimen Ortega-Murillo abrió contra la extinta Fundación Violeta Barrios de Chamorro y contra su directora, la periodista Cristiana Chamorro, una de los siete aspirantes presidenciales encarcelados. La ONG apoyaba a los periodistas con capacitaciones y proyectos para la tecnificación de los recursos humanos de los medios de comunicación.
El compromiso de informar
Ante la nueva realidad que viven los medios, los periodistas no dejan de informar y han buscado cómo «sobrevivir a la persecución y criminalización» del régimen de Ortega. Un periodista en condición de anonimato dijo que el gremio se mantiene «firme» en medio de la amenaza e intención del régimen de Ortega de «ponernos un bozal».
Un redactor de la sección de Nacionales de La Prensa, el periódico confiscado por el régimen y el más antiguo del país, señala que el estado actual de la prensa independiente en el país es «crítico» porque existe un régimen que pretende «callar al precio que sea, incluso con la cárcel o en el peor de los casos con la muerte».
«Seguimos dando la batalla, documentando todas las arbitrariedades, y si bien muchos colegas han tenido que exiliarse por seguridad, ellos también siguen en la lucha desde afuera, así que el mensaje que damos es claro: no van a callarnos», dijo.
Para la periodista, excarcelada política y directora de 100% Noticias, Lucía Pineda Ubau, los medios de comunicación actualmente están criminalizados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. «Ejercer periodismo, te convierte en blanco de ataques, persecución, es por eso que muchos medios, la mayoría digitales, operan desde el exilio y los que aún están en Nicaragua se han impuesto la autocensura para evitar que les acusen bajo la Ley de ciberdelito por supuesta “propagación de noticias falsas”», manifestó.
La periodista Jennifer Ortiz, directora del medio electrónico Nicaragua Investiga, explica que, en el país se ha instalado el «periodismo telefónico» para evadir las agresiones y robos contra la prensa independiente.
«La autocensura, el exilio y la clandestinidad son las principales estrategias que se han usado para lograr evadir la violenta respuesta estatal contra el periodismo. Ahora mismo, la mayoría de directores de medios se encuentran en el exilio, los reporteros que aún siguen en Nicaragua están casi todos en clandestinidad; no firman sus notas, no salen a la calle», afirmó Ortiz.
«Se instaló el periodismo telefónico para evitar apresamientos y robo de equipos y muchos medios han tenido que ablandar su línea editorial para lograr seguir informando porque quizá son medios tradicionales que dependen de una licencia de Telcor para continuar, eso, a como se mire, es una camisa de fuerza en un contexto de alta persecución política como es el caso de Nicaragua», añade.
Escasas fuentes de información
La periodista lamentó que las fuentes de información sean escasas por el «estado de terror» impuesto por la dictadura que ha ordenado apresar a sus más «férreos críticos». «Eso hizo que el periodismo se vea en retos enormes cada día para poder documentar lo que pasa y recolectar información», reflexionó.
Esta aseveración de Ortiz sobre la nueva forma de hacer periodismo en Nicaragua es lo que sucedió en el diario La Prensa, el redactor del medio explicó que se han tenido que «reinventar» porque las coberturas de calle se limitaron tras el allanamiento de la Policía, la inseguridad y persecución estatal.
También relató qué hay «riesgo latente» de perder sus puestos laborales por la confiscación de la dictadura, pero reconoció que los actuales directivos del medio se han esforzado para mantener los puestos, pese a la asfixia gubernamental.
«El mensaje es “callate vos periodista, de lo contrario te mato, te arresto, te obligo al exilio”. Esto nunca había pasado en tiempos de paz, pero el régimen ha impuesto las armas, represión y la censura», adujo Pineda Ubau.
«La gente vive una realidad y es testigo y protagonista de que las cosas en Nicaragua no están bien, no hay futuro y no necesita leerlo en un medio para saber que están mal», agregó.
«El periodista fue declarado de facto un criminal»
La crisis de 2018 ha marcado un antes y un después en la forma de hacer periodismo en Nicaragua, aunque la censura sistemática inició con el retorno de Daniel Ortega a la Presidencia de la República hace 15 años.
Ortiz considera que en Nicaragua se ha instalado «el terror como política y lo peor es que nos estamos adaptando», esto indica, según la periodista, el tipo de país que hemos llevado a ser: «una dictadura policial y parapolicial con todas sus letras».
Pineda asegura que la decisión del régimen de exterminar medios de comunicación y periodistas en Nicaragua «es uno de los peores errores y hasta puedo decir estupidez, que cometen».
En los primeros 11 años de la segunda dictadura sandinista los periodistas independientes buscaban la forma de hacer su trabajo, pero «desde 2018 el periodista fue declarado de facto un criminal», lamentó Ortiz.
«Yo lo describiría el periodismo que hacemos ahora como periodismo a distancia. Los reporteros no pueden salir a la calle como antes porque se exponen a un arresto, a golpes, amenazas o robo de equipos», manifestó.
«Se exhibieron como los máximos censuradores de la historia de Nicaragua. Cerraron y asaltaron tres medios y surgieron treinta medios más. Unos más exitosos que otros, pero ahí están vivos. La gente ahora casi no ve televisión o escucha la radio, ahora andan con su celular, conectados a una red social y ahí se informan y buscan el medio que sienten que les dice la verdad», añadió Pineda.
El reto de los periodistas
Ante el ambiente hostil, de persecución y represión contra la prensa independiente, el periodista enfrenta un reto mayor: documentar los hechos y fiscalizar al poder. Esas dos premisas persiguen los periodistas nicaragüenses día a día.
La dictadura Ortega-Murillo ha impuesto serias restricciones de acceso a la información pública y existe «terror» en las personas para denunciar o dar declaraciones a los periodistas. Muchos han sido detenidos, enjuiciados y condenados después de emitir sus opiniones en diversos medios de comunicación.
Pese a todo este panorama, los medios digitales y tradicionales cumplen su objetivo de informar a la ciudadanía dentro y fuera de Nicaragua. La presencia en redes sociales ayuda a difundir masivamente las noticias que generan con esfuerzo y dedicación en un clima de hermetismo estatal, persecución, hostigamiento y amenazas de cárcel.
«Seguimos dando la batalla, documentando todas las arbitrariedades, y si bien muchos colegas han tenido que exiliarse por seguridad, ellos también siguen en la lucha desde afuera, así que el mensaje que damos es claro: no van a callarnos», dijo el redactor de La Prensa
La directora de 100% Noticias dijo que está motivada por seguir dando «la lucha» por la libertad de prensa y que, a su salida de la cárcel, pudo haber dejado de hacer periodismo, pero que eso sería «darle gusto al régimen». «Ellos decidieron arrasar, exterminar a 100% Noticias, pero no lo han logrado hacer. Ni la cárcel, ni la confiscación, ni el exilio nos ha vencido. Dios nos ha protegido desde esa cobertura histórica en el año 2018 de toda la represión y seguimos con las botas puestas», aseveró.
«Mi fe me dice que tendremos una Nicaragua libre. Dios hará ese milagro de la libertad y de los presos políticos», añadió Pineda.
La directora de Nicaragua Investiga no sabe qué podría deparar el futuro para los periodistas, pero ella, dice, se hizo a la idea que no podrá volver en mucho tiempo a su país. «Mis hijos merecen algo a lo que puedan llamar hogar, se los he quitado por mucho tiempo pensando en que Nicaragua podría transformarse pronto, pero a estas alturas creo que todos los exiliados, periodistas o no, con dolor, ya tomamos consciencia de que eso tomará mucho más tiempo del que quisiéramos», finalizó.