Tal vez el nombre María Josefina Gurdián no les suena familiar, pero «Pinita» sí. Ella es la mujer que por varios años enseñó a cocinar a centenares de nicaragüenses desde las pantallas de televisión, con recetas sencillas y un lenguaje coloquial, la señora de gran sonrisa y cabello corto preparaba las recetas de postres y platos fuertes. Hoy Pinita se somete a quimioterapia. Padece cáncer de ovario.
Desde hace más de ocho meses, Pinita sufre por el encierro de su hija Ana Margarita Vijil y su nieta Tamara Dávila, ambas son presas políticas de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Fueron acusadas por menoscabo a la integridad nacional bajo la supuesta violación a la Ley 1055, Ley de Soberanía.
«Es muy duro sufrir un cáncer con todas las molestias de náuseas que ocasionan las quimioterapias. Se agrava mi situación por dos razones muy importantes», escribió Pinita en un texto publicado en su perfil de Facebook.
Las razones a las que se refiere Pinita son el encierro de sus familiares y no saber a ciencia cierta en qué etapa está el cáncer que padece. Hace cinco meses fue impedida de salir del país cuando viajaba a Costa Rica a realizarse un «City Pet Scan», el único exámen que existe para saber su estado y que no puede practicarse en Nicaragua.
«Condenadas sin tener culpa alguna»
En su escrito, aboga por la liberación de Vijil y Dávila, sus familiares que llevan ocho meses en la cárcel y que han visto en apenas cinco ocasiones. «Ocho meses que se traducen en 249 días sin hablar más que con sus interrogadores y en las cinco visitas que nos han permitido verlas, abrazarlas y conversar por un breve espacio. Comer solas, sin poder leer, ni escribir. Sin noticias del exterior. Sin siquiera saber de la muerte de su compañero de lucha y gran amigo, general Hugo Torres», escribió.
«Las normas “Nelson Mandela” condenan esas situaciones tan prolongadas de aislamiento que pueden dañarlas para siempre por muy fuertes que sean sus principios e ideales. Condenadas sin tener culpa alguna, movidas única y exclusivamente por el amor que las llevó a protestar por las injustas detenciones de tantas otras personas presas políticas. Por sentir en carne propia el dolor de ellos y de sus familiares», añade.
Terrible sufrimiento
Pinita sufre doblemente desde hace 249 días. Aún no sabe en qué etapa estará el cáncer que padece. No sabe si la quimioterapia ha bloqueado el avance de la enfermedad o si está avanzando.
«No lo puedo saber porque el dos de septiembre del año recién pasado fui despojada de mi pasaporte junto con el de mi hija y el de mi hijo que me acompañaban a Costa Rica para realizarme un City Pet Scan que no tenemos en Nicaragua», denunció.
«¿Cómo estar tranquila, algo tan necesario para aliviar esa terrible enfermedad, con todo lo que estoy sufriendo? Cualquier madre y abuela o cualquier ser humano con un poco de compasión puede comprender mi terrible sufrimiento», agregó.
Pinita demanda a Migración que le devuelvan el pasaporte de ella y de sus hijos y que le permitan viajar para realizarse los estudios necesarios para el tratamiento de la enfermedad que padece. Ha ido a las oficinas de la institución a hacer solicitud formal, pero nadie le da respuesta y dicen «no saber nada» pese a que hubo una promesa de regresarlos al día siguiente de su ocupación.