El nueve de agosto de 2021, Mauricio Díaz compareció ante el Ministerio Público de Nicaragua tras recibir una citatoria. Ese día fue interrogado por dar «opiniones» sobre el panorama preelectoral en el país, aunque no especificó a qué tipo de comentarios se refirieron los fiscales.
Díaz fue esquivo con los medios y prefirió salir del lugar en su camioneta. Pocas cuadras después fue apresado y ya lleva 130 días como preso político de la dictadura. Ese día se sumó a la lista de reos electorales que ya superaba la treintena en ese momento.
El embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) fue el primer directivo del extinto partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) que fue obligado a comparecer ante la Fiscalía de la dictadura, donde también han llegado más de 40 opositores y trabajadores de organismos no gubernamentales, muchos de ellos ahora privados de libertad, acusados de traición a la patria o lavado de dinero.
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El viernes, seis de agosto, tres días antes del interrogatorio en la Fiscalía, Díaz intentó salir del país junto a su familia en un viaje de vacaciones, pero la Policía al servicio de la dictadura y la Dirección de Migración y Extranjería le impidieron abandonar Nicaragua. Acto seguido fue citado e interrogado por el fiscal auxiliar Maynor Isaac García.
La Fiscalía lo señala de «presuntamente realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Nicaragua, y ha incitado públicamente en distintos foros a la injerencia extranjera en los asuntos internos, proponiendo bloqueos económicos, comerciales y operaciones financieras en contra del país y sus instituciones».
Al opositor las autoridades lo mantienen en una pequeña celda sin barrotes la cual solo tiene una puerta cerrada por donde la pesan la comida, denunció su esposa en octubre pasado.
«Le están dando tafil por las noches para dormir, un medicamento que él nunca había necesitado. Uno de los médicos practicantes de la clínica le diagnosticó polineuritis y escoliosis, dos enfermedades que nunca había padecido, además de las que ya sufría antes de estar allí», narró su cónyuge.
Agregó que Díaz perdió 20 libras de peso, ha presentado mucho dolor de espalda e infecciones en los oídos y con la iluminación de la celda «que siempre tienen las luces encendidas las 24 horas», se le obstruye leer hasta las letras de un recipiente de shampoo porque libros no permiten que les pasemos».