La cancillería de Nicaragua anunció, mediante un escueto comunicado, que rompe relaciones diplomáticas con Taiwán y que reconoce como «único Estado a la República Popular China».
«El gobierno de la República de Nicaragua declara que reconoce que en el mundo solo existe una sola China. La República Popular China es el único gobierno legítimo que representa a toda China y Taiwán es parte inalienable del territorio chino. El Gobierno de Nicaragua rompe a partir de hoy las relaciones diplomáticas con Taiwán y dejan de tener cualquier contacto o relación oficial», leyó el canciller orteguista, Denis Moncada.
La ruptura de las relaciones con Taiwán ocurren dos semanas después que se anunciara la culminación de la misión diplomática del embajador taiwanés Jaime Chin-Mu Wu, y que la Alcaldía de Managua, controlada por el oficialismo le entregar las «llaves de la ciudad» y lo declarara a él y a su esposa como «huéspedes distinguidos».
Taiwán se había caracterizado por entregar a Nicaragua donaciones millonarias para distintas áreas, incluyendo la construcción del nuevo estadio nacional Denis Martínez, que tuvo un valor de más de 35 millones de dólares, aunque el régimen desvió los fondos para construir viviendas en la urbanización Ciudad Belén y luego tuvo que recurrir a préstamos de multilaterales.
La política de Taiwán se mantuvo intacta desde los gobiernos antisandinistas que condujeron Nicaragua entre 1990 y 2007. Desde el retorno al gobierno de Daniel Ortega, el gobierno Taiwanés había sido generoso con el dictador sandinista, para ganar reconocimiento internacional, el que llega a su fin con el anuncio de la ruptura, este nueve de diciembre de 2021.
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En enero de 2017, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, visitó Nicaragua y durante su reunión con el dictador Ortega ofreció ampliar las relaciones comerciales y facilitar nuevas tecnologías para la producción industrial del país centroamericano.
Con la disolución de las relaciones diplomáticas entre Managua y Taipei, se da por descontado que el régimen de Daniel Ortega busca afianzar sus vínculos con el gobierno de Xi Jinping, de la China Popular, lo que según sus cálculos podría dejarles réditos económicos en una época en la que se le vienen drásticas sanciones internacionales, como consecuencia de las violaciones a los derechos humanos y señalamientos de fraude electoral, que han desembocada en la ilegitimidad del gobierno sandinista.
China Popular fue uno de los seis países que reconoció a Daniel Ortega como gobernante, tras las elecciones sin competencia del pasado siete de noviembre. Taiwán se mantuvo al margen, en un desconocimiento tácito del «triunfo» sandinista, en sintonía con Estados Unidos, un aliado natural de la isla asiática.