Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, exhortó al pueblo nicaragüense a seguir unidos y velar por los pobres, evitando la discriminación y la ignorancia.
En referencia a la crisis política y económica que vive el país, Álvarez retomó las palabras del papa Francisco, afirmando que «el papa nos recuerda a las personas solas, marginadas y discriminadas. Nosotros recordamos también a los desempleados, a los migrantes, a los hermanos nicaragüenses que viven en extrema pobreza, en sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir». El jerarca retomó este tema en el marco de la V Jornada de oración por los pobres,
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Tomando como referencia a las decenas de profesionales que el régimen de Daniel Ortega mandó al desempleo por no estar de acuerdo con sus políticas dictatoriales, el obispo oró por «todos los que viven en el subempleo y a tantos que fueron lanzados al empleo informal sin ningún tipo de prestaciones sociales».
«Recordamos a la mujer anónima que representa a todo el universo femenino que no tiene voz y sufre violencia, parece que se está imponiendo la idea que los pobres no solo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro de los intereses algunas categorías privilegiadas», agregó el religioso.

Rolando Álvarez afirmó que el empobrecimiento en Nicaragua es producto de la corrupción de las desigualdades y de la distribución inequitativa, «de allí que el llamado del santo padre es a no dejarnos conducir a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir de la vida que no admite delegaciones».
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El prelado enfatizó que «los de abajo, los de a pie» deben de tener una gran fraternidad solidaria para que «aunque los montes se desplomen en el mar y las aguas embravecidas golpeen contra la embarcación de nuestras vidas, estemos unidos en solidaridad fraterna y no puedan alterar nuestra vida sencilla y digna, llena de valores tradicionales…».
Álvarez concluyó afirmado que los nicaragüenses, sabiendo que Cristo los liberó del pecado y de la muerte, «no aceptamos ningún tipo de yugo, ningún tipo de esclavitud, ningún tipo de opresión. La persona que ha conocido la libertad en Cristo no acepta ningún tipo de cadena, y si ya conocimos la libertad, ¿Cómo vamos a aceptar otro tipo de cadena que quieran coártanos y subyugarnos?»