La iglesia Santa María de Magdalena del barrio Monimbó, en Masaya, rechazó la «farsa» de elecciones de Daniel Ortega, colocando una manta en el interior de la parroquia en la que se leía «Monimbó 7 de noviembre 2021, nuestro dactilar estará limpio».
En la manta también se detallaban las razones por las cuales no participarían en el viciado proceso electoral: «por la iglesia perseguida; porque los obispos y sacerdotes no somos hijos del diablo ni golpistas ni terroristas; por los encarcelados, exiliados y desempleados; y por los que han muerto pidiendo libertad». Finalizaba con un «¡Viva Nicaragua¡ ¡Hasta la paz siempre¡ ¡Viva la Iglesia!».
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Los obispos han sido perseguidos y amenazados por el régimen Ortega-Murillo y fanáticos de la dictadura, quienes con insultos han mostrado inconformidad con lo que expresan los religiosos. La vicemandataria, Rosario Murillo, ha llegado a calificar a los obispos de «pastores disfrazados, escasos de amor». «El amor no es esa ferocidad hipócrita, pretendida ferocidad de quienes se proponen, claro que no pueden, porque ni pudieron, ni podrán seguir envenenando corazones en esta patria bendita; y seguir siendo protagonistas del odio infernal» ha señalado Murillo, quien ha insinuado hasta cárcel para los líderes religiosos.
El dictador Daniel Ortega también los ha señalado de «golpistas, terroristas, hijos del diablo, falsos», entre otros calificativos, luego que los sacerdotes mantuvieran una firme postura de denuncia en contra de las injusticias y represión gubernamental que recrudecieron desde las protestas sociales de abril de 2018. La dictadura acusa a los jerarcas de organizar, promover y apañar «actos terroristas» y «respaldan los crímenes de odio».
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De cara al proceso electoral calificado de «fraudulento», algunos obispos se han inclinado al llamado del «no voto», mientras la Iglesia católica ha manifestado que cada ciudadano tiene derecho a decidir «según su conciencia», y a definir qué hacer este día en dependencia de las condiciones que atraviesa el país. «Cada nicaragüense debe responderse y de acuerdo a su respuesta, decida y actúe, en la inviolable dignidad de su conciencia», manifestó recientemente monseñor Rolando Álvarez, voz crítica de la dictadura.