Las elecciones generales de Nicaragua, en las que se espera una nueva reelección del sandinista Daniel Ortega, en el poder desde el 2007, se han caracterizado este domingo por una escasa participación debido a que, para muchos, el resultado está determinado de antemano.
Las primeras urnas de los 3,160 Centros de Votación fueron cerradas gradualmente a partir de las 6:00 de la tarde en unos comicios en los que los ciudadanos elegirían al presidente y vicepresidente de Nicaragua, 90 diputados ante la Asamblea Nacional y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano (Parlacen).
El camino para el quinto mandato de Ortega y cuarto consecutivo quedó allanado cuando la Policía Nacional, que dirige el consuegro del mandatario, comisionado general Francisco Díaz, arrestó a siete posibles candidatos presidenciales de la oposición que se perfilaban como sus principales rivales y que podían servir de contrapeso.Otros dos aspirantes disidentes se marcharon al exilio alegando razones de seguridad.
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Sin competencia electoral, la jornada se ha centrado en otros dos ejes: el nivel de participación y la legitimidad que tendría Ortega, quien, por su lado, consideró que lo que está en juego es la paz o el «terrorismo», esto último, según él, promovido por la oposición excluida de los comicios.
Habitantes de distintos municipios del país denunciaron que los simpatizantes sandinistas visitaron casa a casa para hacer un llamado a la población a participar en las cuestionadas elecciones generales. Según denuncias, los simpatizantes del partido de Gobierno advirtieron a quienes se rehusaban a acudir a los centros de votación.
El observatorio multidisciplinario Urnas Abiertas informó que en el marco de la jornada se registraron una serie de irregularidades, incluidas detenciones de opositores, mientras que la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco indicó altos niveles de abstención.
En un informe preliminar, Urnas Abiertas identificó «200 hechos de violencia política en los Centros de Votación», entre estos «la negación del ingreso a fiscales opositores, intimidación de paraestatales y fuerzas de choque sandinistas», o «trabajadores del Estado obligados a enviar una foto de la boleta con su nombre escrito en el sitio en que se marca la equis».
Ortega ataca a la oposición
Tras depositar el voto junto a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que también aspira a reelegirse, Ortega ofreció un mensaje en una cadena televisiva y radial en el que atacó a los opositores encarcelados y en el exilio, así como a las protestas que estallaron contra su Gobierno en abril de 2018.
«Estamos realizando estas elecciones, y seguros de que en esta batalla, que es una batalla histórica, donde hay que decidirse por el terrorismo, la confrontación, la guerra o la paz», dijo Ortega desde la Casa de los Pueblos.
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La oposición excluida de participar en las elecciones, los nicaragüenses en el exilio y la Asociación Madres de Abril, que aglutina a familiares de las víctimas del estallido social de 2018, lanzaron campañas desaconsejando votar bajo el argumento de que hacerlo sería legitimar a la «dictadura Ortega Murillo».
Los opositores están utilizando las etiquetas #YoNoBotoMiVoto, #YoNoVoto o #NicaraguaNoVota, entre otros, con las que instan a los nicaragüenses a no salir de sus casas, mantener las puertas cerradas y las calles vacías, porque consideran que “no hay por quién votar” y que, hasta ahora, lo califican como un éxito.
Miles de nicaragüenses exiliados en Costa Rica protestaron por las principales calles de la capital contra el «fraude» y el «circo» electoral orquestado, según dijeron, por el presidente Ortega.
En el marco de una jornada de manifestaciones, varios colectivos opositores nicaragüenses se unieron alrededor del mundo, incluido en Madrid, Miami, Panamá y Washington, para repudiar las elecciones y pedir al mundo que no reconozca los resultados electorales en Nicaragua al considerar que el proceso es una farsa que solo busca reelegir a Ortega.
Human Rights Watch (HRW) calificó como una “farsa” las elecciones en Nicaragua, y según escribió en su cuenta de Twitter José Miguel Vivanco, director ejecutivo para las Américas, “Ortega asumirá su cuarto mandato consecutivo a fuerza de represión, censura y miedo”.
Legitimidad está en juego
«Hoy el mundo entero será testigo de la coronación de la dictadura en Nicaragua. El sainete electoral está en curso: unas “elecciones” sin más candidatos que los del régimen; unos “comicios” con toda la oposición en la cárcel y con la soldadezca en la calle», escribió, por su lado, el expresidente costarricense Luis Guillermo Solís en su cuenta de Twitter.
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Estados Unidos, Canadá y la UE han advertido de sanciones tras los comicios en Nicaragua, entre cuestionamientos a su legitimidad.
De lograr su objetivo, Ortega, que el próximo 11 de noviembre cumple 76 años y que coordinó una Junta de Gobierno de 1979 a 1984 y presidió por primera vez el país entre 1985 y 1990, alcanzaría su quinto mandato y cuarto mandato consecutivo desde que retornó al poder en 2007.