Monseñor Rolando Alvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, invitó al régimen de Nicaragua a no «temerle» a la decisión del pueblo a través de elecciones libres en igualdad de condiciones, al tiempo que se solidarizó con los nicaragüenses forzados a emigrar ante la escalada represiva.
Durante la Santa Misa celebrada en la Iglesia Catedral San Pedro este domingo, cuatro de julio, el obispo reiteró la necesidad de lograr la unidad política «sin descartes ni exclusiones» para trabajar por una «nueva Nicaragua», subrayando que esa demanda también debe ser requisito en los próximos comicios previstos para el siete de noviembre.
«Sin exclusión y exclusividades, donde se respete y trabaje en igualdad de condiciones sociales, políticas, económicas como las que anhelamos y necesitamos en las próximas elecciones: igualdad de condiciones que le den validez con las necesarias oportunidades para quienes quieran competir y donde se respete íntegramente al pueblo», manifestó el líder religioso.
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El mensaje llega en momentos que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ataca a líderes de la oposición con el fin de mantenerse en el poder, a toda costa; lo que ha llevado al encarcelamiento de cinco aspirantes presidenciales y otras diecisés personas en el último mes, mientras otros perseguidos han decidido exiliarse.

El obispo continuó diciéndole al régimen que «no hay que tener miedo a que el pueblo se exprese libre y responsablemente en su pensamiento y decisión. Solo cuando se respeta la soberanía de un pueblo en su pensamiento, su expresión y decisión es cuando se garantiza la democracia como sistema de vida social».
«(Jesús), el carpintero de Nazaret representa a tantos hombres y mujeres que no son los que según el mundo protagonizan, son importantes o tiene influencias; no representa el carpintero de Nazaret a los poderosos de este mundo, (Jesús) representa a los débiles y frágiles (…) Pensamos entonces en el carpintero de Nazaret y nuestra mente y nuestro corazón también piensan y oran por los miles de migrantes forzados que, sobre todo en estas últimas semanas, buscan un mejor horizonte y salen de su tierra arriesgando su vida por encontrar lo que nuestro lindo país no les ha brindado», indicó.
«Nicaragua se desangra en el sufrimiento de los privados de libertad, de las familias desintegradas una vez más, del dolor de los enfermos de la pandemia; se desangra por la extrema pobreza, el desempleo, la falta del pan de cada día, por la injusticia con el campesinado, por el irrespeto a la dignidad del trabajador, por el maltrato al obrero», añadió.
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Insistió, sin embargo, que «Dios está cercano a los nicaragüenses que nos resistimos y negamos a darle paso a la desesperación y el pesimismo ¡No hermanos, no a la desesperación ni al pesimismo!»
«Por eso me alegro de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo… Nosotros somos un país débil, pero cuando somos más débiles es cuando somos más fuertes, cuando somos más frágiles es cuando Cristo nos hace más fuertes (…) La obra no es ni será nuestra, si no que la obra en Nicaragua será de Dios y será para la gloria de Dios. (Mantengamos) una fe que nos lleva a la esperanza porque la esperanza nunca defrauda. Como dice el Papa Francisco: que nada ni nadie nos quite ni nos robe la esperanza».