Lo más duro es perder la voz.
El régimen Ortega-Murillo endurece la represión y asesta otro golpe a la libertad de prensa acusando falsamente a periodistas independientes de lavado de dinero. Enviando el mensaje, de esa manera, a los partidarios de la oposición real y medios de comunicación independientes que nadie está a salvo de la represión.
En medio de una marea de duras críticas internacionales al régimen por mantener restringida la posibilidad de unas elecciones transparentes, Ortega no solo no ha bajado el tono, sino que amenaza a los periodistas independientes de estar coludido al lavado de dinero, con la intención de restringir aún más el derecho a la información, al mismo tiempo, que mantiene la represión a la disidencia política y social.
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Silenciar la información se ha convertido en un objetivo primordial para el régimen. La acusación contra Cristiana Chamorro y a los periodistas independientes es un paso más de las políticas represivas de la dictadura contra la libertad de expresión y de información.
Ortega-Murillo no quiere a los verdaderos opositores participando en las elecciones, los quiere fuera por las malas, tiene miedo que se presente un segundo capítulo de las elecciones de 1990. Tampoco quiere periodistas independientes, quiere callar todas las voces.
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Está atornillando todo para que no haya oposición verdadera. No solo pretende golpear a medios de comunicación independientes, también su objetivo es seguir implementando el miedo en la población.
La represión contra algunos precandidatos/tas, partidos políticos y periodistas independientes es un burdo intento de parar el tsunami que se le podría venir encima si permite elecciones libres.
