El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, hizo un llamado a Europa a actuar con «urgencia» ante las intenciones del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de perpetuarse en el poder. El jerarca señaló que frente a posibles sanciones, estas sean orientadas a la cúpula del poder y no dañen la economía de la sociedad nicaragüense.
«Creo que es importante que la Unión Europea se manifieste como defensora de los derechos humanos y la democracia y que no olvide a Nicaragua. Lo peor que podría pasar es que se caiga en la indiferencia y que la lentitud de los procesos diplomáticos le dé tiempo al régimen de Nicaragua para poder perpetuarse en el poder, y hay que hacerlo urgente porque el tiempo pasa y Nicaragua necesita de la solidaridad y la presión internacional», declaró Báez en una entrevista otorgada al canal de televisión de origen alemán Deutsche Welle (DW), publicada este siete de octubre.
La solicitud del prelado se da en el marco de la asamblea que sostendrá el Parlamento Europeo el día jueves, ocho de octubre de 2020, en la que discutirán la iniciativa de Ley de Agentes Extranjeros que promueve la dictadura de Nicaragua, y con la cual pretende controlar los fondos que reciben Organizaciones No Gubernamentales, entidades que conforman la sociedad civil, medios de comunicación independientes y hasta la Iglesia católica.
El eurodiputado español José Ramón Bauzá dio a conocer la noticia a través de su cuenta de Twitter, la semana anterior. Bauzá reiteró su advertencia al régimen, al que le dijo que en caso de aprobar esa ley espere una «avalancha de sanciones» y llamó a los países que conforman la Unión Europea (UE) a que actúen enérgicamente en rechazo a la iniciativa de ley. Entre las posibles sanciones se incluye la suspensión del Acuerdo de Asociación con la UE (AdA).
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Al respecto, Báez intercedió por no dañar la economía nicaragüense y orientar posibles sanciones directamente a Ortega- Murillo y/o su familia y la cúpula en el poder. «Si son sanciones que vayan a dañar al pueblo de Nicaragua habría que pensarlo con mucha más calma. Si se trata de sanciones que hagan presión para un cambio democrático y para abrir camino de justicia, todo lo que se pueda hacer es importante», manifestó Báez.
El obispo les subrayó a los europeos que «esta no es una segunda etapa de la revolución, sino una dictadura que está cerrando todos los caminos a la libertad y a la justicia».
Elecciones en Nicaragua
Sobre las futuras elecciones generales en noviembre 2021, el líder religioso remarcó de manera enfática, que «en las actuales condiciones del país en donde prácticamente están cercenadas, coartadas todas las libertades ciudadanas, centenares de presos políticos en la cárceles, en donde el régimen está promulgando una cantidad de leyes que siguen cerrando el espacio electoral, yo personalmente creo que, mientras Ortega-Murillo y su cúpula sigan en el poder, no habrá espacio para elecciones justas, democráticas y transparentes en Nicaragua. Creo que es una ilusión estar pensando en elecciones en este momento».
«Hay que insistir para que haya reformas electorales, para que Ortega deje el poder, y poder después hablar de elecciones que lleven a un auténtico cambio democrático en Nicaragua», añadió.

Mientras no existan esas condiciones, Báez insiste que en Nicaragua solo habría «un remedo de elecciones, repetir los fraudes electorales, los comicios sin competencia y sin transparencia, con la ayuda, quizá, de partidos colaboracionistas». «Sería una mentira más para alargar el sufrimiento de Nicaragua», subrayó.
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En este sentido, criticó el papel de la oposición que «se ha dedicado muchas veces, a cuestiones secundarias como casillas electorales, regulaciones internas de sus grupos y luchas internas de poder», señaló Báez, agregando que «se necesita un frente unitario que pueda encauzar el malestar que vive el pueblo, el sufrimiento que padece y las ansias de cambio que tiene la mayoría de la sociedad».
«Hay que distinguir entre la sociedad nicaragüense que es mayoritariamente opuesta a la actual régimen que domina el país. La resistencia pacífica y la rebelión cívica que estalló en 2018, se mantiene hoy absolutamente activa y no ha perdido nada de su fuerza. Otra cosa es el liderazgo de la oposición; ahí la cosa es más compleja porque hay juegos de poder, hay envidia, hay intereses de grupo, hay ambiciones personales, y para mí, el mayor fallo ha sido que este grupo que lidera la oposición de Nicaragua, muchas veces pierde de vista el objetivo principal que es la democratización del país y abrir cauces para que se de una verdadera justicia que recupere la dignidad de las víctimas», indicó.

Sobre su función durante el génesis de la crisis política y represión gubernamental, el obispo manifestó que «en ningún momento he actuado junto a ningún grupo político, no me he dejado llevar por ninguna ideología contraria al régimen en Nicaragua. He sido fiel a mi ministerio, y creo que lo que ha ocurrido ha sido, las consecuencias de un anuncio fiel del Evangelio al contacto con la realidad del pueblo nicaragüense. Y no he sido solamente yo, junto a mi hay que colocar a la Conferencia Episcopal de Nicaragua, a muchos sacerdotes, laicos y religiosos del país».
«Yo siempre he dejado que mi ministerio se inspire en el Evangelio y en la doctrina social de la Iglesia, lo que ha ocurrido es lo que demuestra la historia bíblica y el Evangelio , una voz profética que saca las consecuencias también a nivel social, de los grandes valores del Evangelio del Reino de Dios, resulta incómoda y se vuelve también objeto de persecución», añadió.
A su vez, reiteró las palabras de su homilía referidas a «perdonar», aclarando que «perdón no es impunidad». «El perdón supone la verdad y supone que los responsables de los crímenes comparezcan ante la justicia. Es importante que en Nicaragua se haga justicia, se establezca la verdad, y quienes han cometido crímenes de lesa humanidad responda ante la justicia, pero el perdón queda abierto como la única posibilidad para superar el mal, para que no queden esclavas del daño que han sufrido y para que los corazones se puedan abrir en una verdadera paz y reconciliación en la justicia», explicó.
Persecución de la Iglesia Católica en Nicaragua
En cuanto a los roces entre la Iglesia católica y la dictadura de Ortega, monseñor Silvio Báez aclaró que «el problema es entre este el régimen y un pueblo sometido, manipulado y empobrecido», no contra la Iglesia.
«El problema no es entre el Gobierno y la Iglesia. El problema en Nicaragua es entre un régimen que ha desmantelado toda la institucionalidad del país, se ha impuesto a través de un golpe de Estado a la Constitución Política, reeligiéndose continuamente a través de fraudes electorales, de un sistema de corrupción y de represión que ha hecho mucho daño al país, irrespetando las leyes y los Derechos Humanos. La iglesia ha estado al lado de la gente, ha defendido sus derechos, ha defendido a las víctimas, ha proclamado las exigencias de la justicia a la luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia y ha sufrido las consecuencias. El problema es entre el régimen y la sociedad nicaragüense», señaló.
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También se refirió a la manipulación de los valores cristianos que la dictadura promueve, resaltando que «en Nicaragua no existe una Iglesia paralela, el pueblo es mayoritariamente católico y tiene muy claro el concepto de Iglesia y su adhesión a la comunidad cristiana como pueblo de Dios».

«Lo que existe en Nicaragua es una burda manipulación de la religión de parte del régimen, vacía la religión de todo contenido ético, de toda exigencia de conversión personal y de justicia social, y vaciando de esa manera la religión, la convierten en sustento ideológico del poder, de sus propios intereses, de su deseo de perpetuarse en el poder y de manipular, de cierta manera, a un pueblo mayoritariamente religioso», declaró Báez.
Regreso a Nicaragua
Monseñor Báez ha sido una de las voces críticas dentro de la Iglesia católica que se ha alzado contra las violaciones a los derechos humanos del régimen sandinista. Participó en el Diálogo Nacional en el contexto de la crisis sociopolítica de 2018, lo que desató acoso y amenazas en contra de su vida por parte de fanáticos del régimen. Bajo esa premisa fue trasladado hacia el Vaticano a solicitud del papa Francisco. Desde entonces, se encuentra fuera del país.

Ante esa sorpresiva decisión del Vaticano, el prelado dijo que «ha sido dolorosa y solo la historia al final mostrará su bondad o su conveniencia. Es una cuestión de fe donde los caminos de Dios, a veces, no coinciden con los nuestros, pero yo me he fiado totalmente de la decisión del Santo Padre. Yo solamente he tenido contacto directo con el papa Francisco en distintas oportunidades. No conozco realmente otras reacciones de los círculos vaticanos. Lo que puedo decir es que el papa Francisco ha actuado intentando salvaguardar mi vida y desconozco otro tipo de reacciones de los círculos vaticanos, ha sido algo que él ha manejado personalmente».
«Yo como hombre de fe, estoy abierto a la voluntad de Dios que se manifiesta en las decisiones del Papa Francisco. Yo estoy disponible a ir donde la iglesia me pida mis servicios, mi mayor deseo sería volver a Nicaragua como pastor, pero la decisión está en manos del Santo Padre. Yo estoy disponible y dócil a lo que el Señor me pida como servicio episcopal en la Iglesia», finalizó.