Elea Valle, la campesina que responsabiliza al Ejército de Nicaragua por asesinar a sus dos hijos, su esposo y su cuñado el 12 de noviembre de 2017, denunció este lunes, cinco de octubre, la desaparición de una de sus hijas, Heyling Oneyli Pérez Valle, de 13 años.
El suplicio de la campesina se acrecentó esta madrugada cuando no encontró a su niña en la casa. «Me siento preocupada por ella. Yo no hallo ni qué hacer, mi niña está completamente desaparecida», relató entre sollozos.
«A eso de las nueve (de la noche), yo me acosté, ella se acostó. A eso de las diez y piquillo, las once, yo me levanté, anduve afuera, haciendo agua (en el baño), ahí estaba ella acostada. Me dormí. A eso de la madrugada, como a las cuatro, yo me levanté y ya no encontré a mi hija. Mi hija está como secuestrada», relató.
«La niña no tenía gavilla con nadie, ella no salía a la calle a no ser conmigo. Ella es una niña menor de edad (…) no le gustaba andar saliendo, ella se mantenía aquí en la casa, ayudándome con el niño discapacitado», señaló la campesina, quien tras la masacre quedó cuidando a sus tres niños, uno de ellos con discapacidad.
Elea Valle ha denunciado en otras ocasiones que, a casi tres años del crimen, continúa siendo perseguida, acosada e intimidada por miembros del Ejército de Nicaragua, comandado por el jefe supremo de la institución, el dictador Daniel Ortega.


«Yo estoy bien enferma, quiero que me apoyen sobre eso, que mi niña pueda aparecer. Espero apoyo», finalizó la madre. La denuncia fue interpuesta ante el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
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La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a favor de Elea Valle y sus hijos, el 24 de febrero de 2018, con el fin de que el Estado de Nicaragua reconozca y brinde protección a ella y su familia.
Los hechos
Francisco Pérez Dávila, esposo de Valle, tenía tiempo en la montaña. Según Elea, porque se había levantado en armas contra el Gobierno de Daniel Ortega, y previo a aquel 12 de noviembre de 2017, su esposo tenía dos años sin ver a sus hijos, por lo que pidió tener un encuentro con ellos. Esa es la razón por la que los dos menores se encontraban con su padre el día de la emboscada donde todos fueron asesinados. En ese momento, la Policía tildó a las víctimas como «delincuentes».
«Mis niños iban a ver su padre porque él hizo una llamada que quería ver a sus niños. Eso no es cierto lo que dijeron esos bárbaros, esa es una mentira que mis criaturas eran unos delincuentes, ¿quién va a saber más que yo que soy su madre? Ellos me los asesinaron a las cinco de la mañana. A la niña la violaron, la colgaron, la torturaron fuertemente, al niño igual», recordó entre lágrimas.
Un mes después de justificar la masacre de La Cruz de Río Grande, Caribe Sur, la Policía Nacional informó que se exhumarían los seis cuerpos de las personas asesinadas, entre ellos los dos menores de edad, pero a casi tres años de impunidad esto no ha sido posible y Elea Valle exige que le den los restos de su familia para darle cristiana sepultura.