Por: Diedrich Carrazco, Consultor en Innovación Social para el Tercer Sector
Al final de la tarde del día 12 de agosto leí en un medio de comunicación una noticia que aseguraba que las juventudes que exigen presencia dentro de la Coalición Nacional (CN) con voz y voto, se encuentran en un limbo respecto a su demanda. Al parecer la Coalición no diseñó plazos perentorios para tomar una decisión respecto a la incorporación de nuevos miembros, ni tiene claro parámetros y estándares de selección para este tipo de procedimientos de incorporación de actores a lo interno, o al menos si los tienen, no los cumplen. Esto debería de ser parte de los aspectos que tiene que mejorar esta plataforma.
Este impase con los jóvenes apuesta a poner en riesgo a la Coalición por la ausencia de esos jóvenes dentro de este esfuerzo unitario. Si bien este sector tienen derecho a participar dentro de ese órgano, de forma independiente con su propia agenda y fortalezas que suman a la unidad, las siete organizaciones fundadoras no deberían de cerrar, impedir u obstaculizarles el espacio y la participación, a razón de ver en ellos un mecanismo portátil de votación, con lo que ha sido evidente, los fundadores de la CN, la Alianza Cívica (AC) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) han pretendido subsanar tremendos fallos de diseño en cuanto a estructura y correlación de fuerzas hablamos.

Es decir, un mal cálculo político de las organizaciones fundadoras no debe, aunque ahora lo es, ser un impedimento para estas organizaciones juveniles. Ni tampoco ese mal cálculo debe ser aprovechado oportunistamente como una justificación para los partidos políticos dentro de la CN, ni para el Movimiento Campesino, ni para el Partido Restauración Democrática, ni para el Partido Liberal Constitucionalista, ni para YATAMA, para cerrarse a la incorporación de los jóvenes.
Resolviendo el conflicto: Do ut es
Cuando la UNAB y la AC decidieron emprender el esfuerzo de unidad crearon una comisión de enlace que se dio a la tarea de acercarse al PLC, al PRD y YATAMA. Obviando que el sistema de partidos está colapsado, y señala a los partidos como corruptos, la Alianza y la Unidad les reconocieron a pesar de todo eso, un peso político relevante, y los invitaron a conformar la gran Coalición. Y no solo la Alianza y la UNIDAD les reconocieron eso, es que ese reconocimiento fue hecho por las organizaciones de jóvenes que integran a la AC y la UNAB. Es más, esas organizaciones que fueron parte de la comisión de enlace, relevaron en sus argumentos a la juventud de los partidos como activos en los hechos de abril. No les importó un PLC con dirigencia de corruptos, no les importó un FDN hueco, un PRD que puede ser instrumentalizado. A esos jóvenes que defendieron el argumento de la incorporación de los partidos solo les importó que sus convocados tuvieran presencia territorial, que hubieran participado de los eventos de abril, y que estuvieran en oposición activa frente al régimen.
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Las juventudes de la UNAB y de la AC los sacaron del basurero de la historia y los colocaron en un lugar privilegiado, que no se merecen, pero que reconocen esos jóvenes que la solución la construimos todos, los que son parte del problema también. Por tanto los partidos deben reconocerles en un gesto político de reciprocidad a estos jóvenes dentro de la UNAB y la AC el peso político que esas juventudes les reconocieron a ellos primero, “do ut des”. Pero además reconocer en esas juventudes el peso político propio que tienen, como por ejemplo el hecho de ser reconocidos como actores políticos por la OEA, la ONU, la CIDH, el gobierno de EEUU, la Unión Europea, y hasta los extraterrestres.
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Entonces para resolver el conflicto, los jóvenes de la UNAB y los jóvenes de la Alianza deben y tienen derecho a una silla con voz y voto. Las juventudes afrodescendientes también, porque las realidades nos superan. Ellos también formaron parte de abril, siguen en resistencia.
¿Y los jóvenes de partidos políticos no tienen derecho? ellos fueron parte de abril y siguen en resistencia
Los jóvenes de partidos políticos no le pidieron permiso ni a Alemán, ni a la Kitty, ni a Saturnino, ni a ningún dirigente partidario, para organizar una marcha, para levantar un tranque, para hacer una pancarta. No, los jóvenes se quitaron la camiseta del partido y se pusieron la Azul y Blanco. Y con mucha razón la Azul y Blanco porque esos jóvenes sabían del desprestigio de sus partidos, que sus partidos estaban inactivos, viendo desde el palco la matanzina, y esperando que las aguas bajaran para ver qué quedaba en los restos, en actitud carroñera.

Dicho esto, el camino que tienen los jóvenes de partidos es ingresar a las filas de los azules y blanco sea dentro del MC, de los que están en la AC, la UNAB o los jóvenes afrodescendientes, y trabajar desde ahí. Por lo demás les toca arrebatarle los partidos a sus caudillos y construir instituciones más democráticas.
Una Coalición sin jóvenes, ¿podrá sobrevivir?
Ciertamente que sí, nadie es indispensable, pero sí podemos ser necesarios; sin embargo hay que calcular el costo si no logran suplir el vacío político que dejarían estos jóvenes por su ausencia. Se perderían interlocutores, legitimidad ante una docena de actores internacionales, entre otros costos. Los partidos regresarán al basurero de la historia y a los jóvenes de partidos los estarían llevando a un lugar poco honorable digamos.
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Pero si logran cubrir esos baches dejados por esas ausencias, el grupo antecesor podría solo ser olvidado dentro de ese espacio, no harían falta. ¿Tienen los partidos políticos capital suficiente para seguir en la sinvergüenzada?