Dos años se cumplen del asesinato del estudiante universitario Gerald Vásquez, de 20 años, víctima de un disparo en la cabeza la madrugada del 14 de julio de 2018, cuando junto a decenas de jóvenes se refugió en la iglesia Divina Misericordia, en Managua, después que el 13 del mismo mes, policías y paramilitares atacaron la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) donde los atrincherados protestaron por más de tres meses contra el régimen orteguista.
Susana del Carmen López Gutiérrez, madre del estudiante asesinado relató que estos dos años han sido duros y recordó que el asesinato de su hijo que aún continúa impune. “Mi hijo murió a las tres de la madrugada del 14 de julio, luego que desde el 13 (del mismo mes) resistiera junto a otros estudiantes el ataque por hombres armados a la iglesia Divina Misericordia, donde se encontraban refugiados. Me invade el recuerdo de todo lo que pasó ese día que enlutó a toda Nicaragua”.
“Fue horrible cuando mi padre me dio la noticia a la seis de la mañana del 14 de julio, pero era de esperar esa terrible noticia, porque los jóvenes resistieron el ataque por más de 18 horas y lo peor que estaban indefensos”, narró entre lágrimas Susana López, de 39 años, que recordó la última vez que pudo conversar con su hijo. “A finales de junio pude ver a mi hijo, porque desde el siete de mayo no lo veía, fue como que llegó a su casa a despedirse, luego se regresó a la Universidad y de allí no supe más de él, hasta el día que el gobierno lo asesinó”.
El precio de exigir Justicia
Después del asesinato de Gerald Vázsquez, su madre, Susana López, afirmó que no ha cesado de exigir justicia; actualmente forma parte del consejo político de la Asociación Madres de Abril (AMA) donde continúa levantando su voz. “Mi hijo (Gerald Vásquez) me decía que quería ver una Nicaragua libre, que su lucha era justa, es por eso que yo continúo por lo que él luchó”.
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López insiste en que exigir justicia por el asesinato de su hijo le ha costado asedio, persecución, pérdida de su trabajo y el exiliado forzado de su esposo, Yader José Vásquez Sánchez, quien desde el 21 de julio del 2018 se fue a Costa Rica, para no ser una víctima más de esta dictadura. “Yo tengo dos años de no vivir en mi casa, porque el asedio y amenazas de muerte son constantes, además no tengo trabajo, porque la represalia por levantar mi voz ha sido terrible, pero no importa, porque sé que la lucha es justa”.
13 de julio, día terror
El 13 de julio del 2018 es considerado como “un día de terror” donde las fuerzas paramilitares y policiales al servicio del dictador Daniel Ortega perpetraron un ataque a la UNAN-Managua, iglesia Divina Misericordia y Masaya, la ciudad más reprimida y asediada hasta la actualidad. “Ese día Ortega celebró su fracasado repliegue táctico acuartelado en la delegación policial de Masaya, mientras sus hombres atacaban al barrio de Monimbó y a la UNAN, donde murió gente inocente que lo único que quería era ver a Nicaragua libre”, dijo por vía telefónica a Artículo 66 un joven exiliado en Costa Rica, identificado como el “soldado”.
“Hoy (lunes 13 de julio) a través de las redes sociales el gobierno celebra la masacre que hizo en contra de nuestra juventud, creen que va a estar toda un vida en el poder, pero aunque nos sigan reprimiendo y asediando, no cesaremos de exigir justicia, porque la muerte de mi hijo y la de muchos universitario no va a quedar impune”, concluyó la madre de Gerald Vásquez.