El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, acumuló este viernes, 10 de julio, un mes de no aparecer públicamente en plena emergencia sanitaria por el COVID-19. La última vez que se le vio fue el 10 de junio durante una reunión virtual de la Conferencia del Alto Nivel: Economía post pandemia en el ALBA-TCP.
El mandatario mantiene silencio pese a la alerta mundial por el coronavirus. Su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo es la única que se reporta por teléfono, a través de sus medios de propaganda, cada mediodía. De no aparecer, Ortega estaría alcanzando en los próximos días su ausencia más larga en los últimos tiempos.
Previo a la aparición del 10 de junio, el dictador ya habría acumulado más de 20 días oculto, nadie sabía qué ocurría con Ortega. Finalmente, el 18 de mayo Ortega hizo su entrada triunfal cuando se reunió con varios aliados de su régimen para conmemorar el natalicio del general Augusto C. Sandino.
Rosario Murillo dio pie atrás
Se esperaba que el dictador apareciera públicamente el 24 de junio, la misma Rosario Murillo lo había anunciado, pero dio pie atrás e informó que Daniel Ortega comparecería hasta «en los próximos días» y no en la fecha que ella había anunciado.

Murillo prefirió no justificar el motivo por el cual Ortega había cancelado su comparecencia del 24 de junio, más bien se dedicó a informar sobre los preparativos de la celebración al 41 aniversario de la Revolución, que en esta ocasión, según la vocera del régimen, tendrá un enfoque «innovador».
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«Nuestro comandante Daniel estará con nosotros en los próximos días, vamos a estar y estamos completando los preparativos de este mes de julio, 41 años de nuestra hazaña, el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, julio heroico, julio victorioso, julio novedoso, julio con tanta imaginación, empeño, creatividad, julio de todo, vamos a preparar un plan hermoso que nos asegure ese patrimonio, porque lo hacemos porque Dios nos da la energía», expresó en ese momento la vicedictadora.
El país sufre una emergencia sanitaria que se agrava más ante la inoperancia de un gobierno deficiente que se niega a tratar la pandemia como emergencia sanitaria para priorizar la economía. El Ministerio de Salud continúa con sus lecturas de máximo tres minutos de informes sobre la situación del COVID-19 en Nicaragua, donde quedan más preguntas que respuestas. Ante esta situación, el pueblo ha asumido sus propias medidas de prevención.