Diana Lacayo, familiar de uno de los presos políticos y quien participó de la huelga de hambre de nueve días que organizaron las madres para presionar al régimen a que libere a sus parientes, denunció que durante su aislamiento en la iglesia San Miguel Arcángel, en Masaya, sufrieron acoso y hostigamiento por los oficiales que bloqueaban la zona, quienes constantemente les decían que iban a salir en “bolsas negras”.
Lacayo detalló que cuando comenzaron la protesta no esperaban sufrir tantas violaciones a sus derechos humanos, al punto que que durante las noches eran vigiladas con drones y los teléfonos celulares de los oficiales; además de que no tenían agua, medicina ni permitían el ingreso de ninguna ayuda.
“La situación se volvió muy crítica, nosotras nos estábamos desgastando. Yo soy asmática y me puse un poquito peor porque dormíamos en el suelo con las cortinas de la iglesia que nos dio el padre. El padre recibió una donación de vestidos de mujeres y nos donó ropa. Estuvo (Ramón) Avellán y (Luis) Barrantes a cargo de ese operativo”.
La afectada manifestó que la puerta trasera del templo estaba totalmente custodiada por los oficiales de la dictadura y que por las noches su principal temor era que los uniformados ingresaran a hacerles daño.
Finalmente, resaltó que el sacerdote Edwin Román, quien las acompañó en todo el proceso, desde el tercer día de la huelga, se vio afectado de su salud por la falta de alimentos y medicamentos, al igual que la abogada de reos políticos Yonarkis Martínez. En los próximos días darán a conocer las actividades para demandar la libertad de sus hijos y familiares, entre las que se prevé una marcha.