Enrique Orozco, a sus 21 años, tuvo que salir de Nicaragua para evitar que paramilitares lo asesinaran o que la Policía lo encarcelara. Cursaba segundo año de Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) y Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua). Desde el 2016, sufría acoso de fanáticos de la dictadura por denunciar a un dirigente del Ministerio de Educación (Mined) que se negó a entregarle su diploma de bachillerato; sin embargo tras haber participado de las protestas contra Daniel Ortega y Rosario Murillo después de abril de 2018, el hostigamiento y la persecución aumentó.
Orozco fue herido por una bala de goma que se insertó en su piel durante las protestas de 2018, luego un grupo de paramilitares lo buscó en su casa, motivo por el cual se tuvo que exiliar; después de irse del país, la Policía de la dictadura encarceló durante tres días a su mamá para obligarla a dar la ubicación de su hijo.
Orozco teme por su vida a pesar que está en el exilio, ya que sigue recibiendo mensajes en sus redes sociales por parte de fanáticos de la dictadura. Actualmente, busca como legalizarse, encontrar un trabajo y seguir estudiando.
Su tío la denunció
Alejandra Pérez, al igual que Orozco, tuvo que exiliarse en Costa Rica por temor a que la Policía o los paramilitares la secuestraran. Mientras protestaba, su tío la denunció ante las autoridades de la localidad por formar parte de los autoconvocados del departamento de Rivas.
“Me afectó mucho (que su tío la denunciara), estuve aquí en Costa Rica bastante pegada con eso, me dio una depresión horrible, incluso pasé mi cumpleaños aquí y pasé con una depresión terrible”, expresó Pérez, quien sueña con volver a abrazar a sus padres y a su abuelita.
Destacó que todavía no planea regresar a Nicaragua porque no hay garantías ni seguridad en esta nación; sin embargo espera con ansias que llegue el día de su retorno. Además está luchando por encontrar un trabajo y poder continuar con su carrera.
“Tenía miedo de ser detenido”
Jarot Rodríguez, estudiaba Optometría Médica una la UNAN-Managua, donde salía a protestar constantemente para exigir la renuncia de la dictadura y autonomía universitaria. Sin embargo, un grupo de paramilitares lo identificó junto a sus compañeros y los llegaron a buscar a la casa donde se hospedaban después de la universidad.
“Al principio me sentía mal, pero entendí que es un proceso que debo de superar”, manifestó Rodríguez, quien explicó que lo más difícil que ha hecho en su vida es tener que salir de su país, dejar a sus amistades, a su familia y su carrera.
Rodríguez espera volver a Nicaragua hasta que el Gobierno garantice la seguridad de los exiliados, porque a pesar de que “esto termine (la crisis) hay gente del régimen que siempre va a llegara a hacer daño”.
Nicaragüenses culpan a los paramilitares por su exilio
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publicó un informe sobre la “Migración Forzada de Personas Nicaragüenses a Costa Rica” en el que presentan la situación de derechos humanos de los exiliados en ese país. El organismo determinó en su informe que el 46% de los nicaragüenses responsabilizan a los paramilitares que los obligaron a salir de sus casas, ante las amenazas de secuestros y hasta asesinatos ejecutados por estas fuerzas irregulares patrocinadas por el Gobierno.
Según la CIDH, un año después del estallido de la crisis sociopolítica, 55 mil nicaragüenses se han desplazado obligadamente a Costa Rica. Para la realización del informe, la organización realizó una visita de trabajo al país vecino, entre el 14 al 18 de octubre de 2018 y sostuvo 259 entrevistas de las cuales recogió 152 testimonios de nicaragüenses solicitantes de asilo y con necesidades de protección internacional.
Ahora son angelitos y lo que hacían en los tranques, ya se les olvido