Durante los tres primeros meses de mayor represión en Nicaragua, el Gobierno asesinó a más de 400 ciudadanos. De cada uno de ellos hay una familia exigiendo justicia, pero las personas más golpeadas son las madres de esas víctimas quienes lloran y exigen castigo para los responsables de esos asesinatos.
Después de los primeros caídos, se constituyó la Asociación de Madres de Abril (AMA), luego se fueron sumando las de mayo, las de junio y las de julio. Todas gritaban y lloraban en las marchas para que se castigara a los culpables.
Estas madres se mantienen firmes en su lucha y aunque el régimen tiene secuestrado el derecho a la manifestación pacífica, ellas no se rinden y dicen que no descansarán hasta lograr justicia por los asesinatos de sus hijos. Su exigencia ahora ha traspasado fronteras y la denuncia también ha llegado a nivel internacional a través de foros, reuniones y círculos de incidencia.

Les truncaron sus sueños
En medio de lágrimas y dolor, las madres que perdieron a sus hijos el 30 de mayo recuerdan como si fuera ayer cuando se despidieron de ellos por última vez. Paula Hernández, con una fotografía en las manos de Maycol Cipriano González, le exige a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo que reconozca a los jóvenes asesinados y que se haga justicia por cada víctima.
El 30 de mayo, Maycol se unió a la “Madre de todas la marchas” para demandar justicia por su primo Jeyson Chavarría, a quien asesinaron el 21 de abril en Ticuantepe, mientras participaba de las manifestaciones en contra de las fallidas reformas a la Seguridad Social que intentaba imponer la dictadura a los nicaragüenses.
González recibió una bala en la tetilla izquierda. Minutos después de ser trasladado al hospital falleció. Su madre, Paola Hernández, asegura que le “truncaron los sueños” porque trabajaba, estudiaba, construía su casa y tenía planes de casarse el siguiente año, o sea, en este 2019.
“La justicia va a llegar. Confío en la justicia divina”
Jonathan Morazán, quién también participaba de la protesta convocada por las madres que perdieron a sus hijos en abril de 2018, recibió un disparo en la cabeza que le arrebató su vida y sueños. Su madre Josefa Meza, quien acompañaba a Morazán mientras fue asesinado aseguró que el proceso de luto ha sido doloroso, pero esto le ha dado fuerzas para seguir demandando justicia.
Detalló que no confía en la “Ley del perdón” que la dictadura ha creado para garantizarle amnistía a los culpables de los más de los más de 300 asesinatos que ha enlutado a las familias nicaragüenses; además que ha provocado el exilio de más de 60 mil personas.

“Sabemos que este régimen es sanguinario, represor y ya lo ha demostrado con tanta muerte que hay, pero un régimen no se mantiene toda la vida”, declaró Meza, quien también asegura que puso la denuncia en el Ministerio Público, quienes hasta la fecha no le han dado respuesta ni resultados de la investigación.
Meza, quien describe a su hijo como un joven estudiante, trabajador y amante de su país declaró que en determinado momento habrá “justicia terrenal”, pero confía que llegará primero la justicia divida.
Finalmente, Meza denunció asedio, acoso y persecución por motorizados después de haber denunciado el caso de su hijo, obligándola a dejar su casa y refugiarse con conocidos para evitar más estragos.
“Era muy, muy difícil tener que despedirme de mis hijos”
Después de ser salvajemente golpeada por oficiales del Sistema Penitenciario de Mujeres “La Esperanza”, Kenia Gutiérrez excarcelada política y originaria de Chinandega, recibió la visita de sus dos hijos, quienes lloraban desconsoladamente al ver los hematomas en el cuerpo y el rostro de su madre.
Gutiérrez fue secuestrada de su hacienda ubicada en El Viejo, Chinandega, el 25 de agosto de 2018, además le destruyeron sus propiedades y confiscaron parte de su negocio de venta de motocicletas y electrodomésticos. Durante las primeras excarcelaciones de la dictadura en marzo de este año, Kenia se negó a salir porque no le parecía justo que solo “liberaran” a unas cuantas mientras el resto se quedaba sufriendo torturas, malos tratos y el encierro injusto de la dictadura.
“La primera vez que vi a mis hijos había sido golpeada el 26 de octubre, lo primero que ellos vieron fueron los moretones en mis brazos, en mi rostro, en mi cuello y fue muy difícil, ellos no podían creer que yo estuviera presa. Mi hijo menor me dijo ‘mamá cuándo vas a hablar para que te dejen ir’, entonces le respondí que aunque yo hablara no dependía de lo que yo les dijera el hecho de que me liberaran, entonces él se puso a llorar”.
Gutiérrez relató que su hijo mayor (de 12 años) consolaba a su hijo menor de seis años. “Cuando miraba a mi niño menor llorando a la hora de despedirnos él siempre lo abrazaba y le decía ‘cálmate hermanito, estate tranquilo, no pongás triste a mi mamá’, cosas así. Ha sido bastante fuerte y le ayudó mucho a su hermanito y mucho a mí porque era muy difícil tener que despedirme de mis hijos”.

Nueve meses en prisión
“Estuve nueve meses en prisión. Fue muy difícil estar presa, es algo que nunca en mi vida imaginé. A mis niños los vi por primera vez el 12 de noviembre, ya tenía casi tres meses de estar presa (…) durante las visitas si sabía que era exponer a mis niños porque en todo momento nos tomaban fotos en el penal para publicarlas seguramente en sus medios y páginas, pero nunca me sentí mal ni sentí miedo porque soy inocente”, explicó la excarcelada política, quien durante su llegada a casa fue recibida por sus hijos y familiares los cuales “lloraban de felicidad”.
Mientras estuvo en prisión destacó que siempre oró por su familia, por sus hijos y por Nicaragua para lograr paz, justicia, libertad y democracia. Además, remarcó que el apoyo de sus familiares y del pueblo le ayudó a resistir el encierro.
“Fui educada bajo principios cristianos y siempre he tratado de hacer las cosas de la manera correcta. Únicamente me levanté contra este Gobierno por todas las injusticias que ha cometido porque todos tenemos claros que no es desde el 18 de abril de 2018 que empezó esta lucha. Lleva (la dictadura) muchísimos años derramando la sangre de nuestros hermanos nicaragüenses”.
Kenia narró que en su excarcelación no fue trasladada a su casa como lo hicieron con los demás reos sino que tuvo que caminar hasta la carretera mientras un grupo de personas la esperaba en Managua para llevarla a El Viejo, Chinandega.

Obligadas al exilio
Varias madres denunciaron acoso e intimidación por parte de paramilitares motorizados después del asesinato de sus hijos, obligándolas a exiliarse del país para resguardar sus vidas y la de sus familiares. Tal es el caso de Iris Parrales a quien los paramilitares le asesinaron el 16 de mayo de 2018 a su hijastro Noel Calderón Lagos y a su esposo Humberto Antonio Parrales. Ambos apoyaban a los universitarios que se atrincheraron en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli).
Según Iris Parrales, su hijo fue torturado porque mostraba signos de descargas eléctricas y su esposo recibió un disparo y una cuchillada que le perforó el pulmón; sin embargo durante su traslado Parrales iba con signos vitales, pero murió en el recinto universitario. Mientras su hijastro Noel Calderón fue llevado al Hospital Vivian Pellas donde retiraron su cuerpo en la madrugada.
“Después de que los mataron anduvieron buscándome, llegaban camionetas, motos, se parqueaban en la esquina de la casa. Los vecinos muchas veces miraron y ese fue uno de los motivos por los cuales yo salí del país”.

Para Parrales, el asesinato de quien ella asumía como su hijo y el de su esposo ha sido “triste y temeroso”. Además, de que la ausencia de ambos afectó su hogar.
Confía que se hará justicia
Asimismo, Parrales confía que en algún momento habrá justicia para todos los asesinados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo aunque reconoce que no cree en las autoridades del país y por eso, denunció su caso ante los organismos internacionales que visitaron Nicaragua en 2018.
“Fui cuando vinieron los organismos internacionales, pero también la Fiscalía me dio una cita y yo fui y narré todos los hechos a como sucedieron”. Noel a sus 18 años cursaba el segundo año de secundaria y Humberto Parrales estudiaba en la Universidad de Occidente (UDO), ambos trabajaban en la Pepsi.

Tania Muñoz: “No hay 30 de mayo para las madres nicaragüenses”
La dictadura orteguista le cambió el 20 de mayo su régimen carcelario. Llevaba diez meses encarcelada. Este 30 de mayo, Tania Muñoz ya no estará tras los barrotes de “La Esperanza”, el sistema penitenciario de mujeres donde permaneció secuestrada, pero la excarcelada política tampoco podrá estar con sus hijos, porque ellos huyen por el asedio de la tiranía.
Muñoz Pavón, originaria de Niquinohomo, Masaya, fue condenada a 23 años de prisión por los delitos de terrorismo y crimen organizado. La presa política de 43 años también es hermana de Olesia Muñoz, otro de los rostros más representativos de la protesta cívica en ese municipio y quien aún permanece tras las rejas por denunciar las violaciones de la administración de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“Yo estuve 10 meses separada injustamente de mi familia, simplemente por levantar mi voz en contra de la dictadura. En ese tiempo no pude ver a mis hijos; pensé que nunca los volvería a ver. Lo más triste de estar fuera de la cárcel es que mi hermana (Olesia Muñoz), no está a mi lado, aún sigue secuestrada y torturada por los custodios de “La Esperanza”, dijo a Artículo 66, Tania Muñoz.
Sin poder ver a sus hijos
Desde que el régimen entró en el 2018 a Niquinohomo, con su maquinaria militar en el denominado “plan limpieza”, la dictadura se ha ensañado con la familia Muñoz-Pavón, por no opinar a favor de las acciones del gobierno de Daniel Ortega, privándola de su libertad y de la oportunidad de ver a dos de sus cuatro hijos, los cuales tuvieron que huir, tras las constantes amenazas de muerte por parte de simpatizantes orteguistas.
“Lo más duro de estar fuera de la cárcel, es no poder ver a mis hijos, porque dos de ellos están separados de mí, debido a represalias por parte de simpatizantes sandinistas y asedio y persecución de la policía. Es terrible llegar al 30 de mayo y no tener a mis hijos cerca de mí, antes celebrábamos juntos, ahora ya no se puede”, expresó muy conmovida Tania Muñoz.
Nada que celebrar el 30 de mayo
La presa política sostiene que la dictadura se ha encargado que las madres nicaragüenses no celebren su día, debido a que el régimen ha asesinado y encarcelado a sus hijos y algunas madres por levantarse contra la tiranía aún siguen encarceladas.
“No hay nada que celebrar este 30 de mayo, porque a muchas madres este régimen le ha asesinado a sus hijos y otros están secuestrados. Aunque no tengo a mis hijos secuestrados y no ha muerto ninguno es doloroso no tenerlos cerca de mí, porque no sé en qué momentos me los pueden matar”.
Muñoz también agrega que esta situación ha marcado su vida. “Ahorita lloro por no tener a mi hermana y a mis hijos cerca de mí, además del dolor que siento al ver que muchas madres, este 30 de mayo no van a poder estar con sus hijos y otras madres están aún secuestradas, como es el caso Irlanda Jerez, que además de estar en “La Esperanza”, no puede ver a sus hijas que están en el exilio, pero confío en Dios, que pronto seremos libres de dictadura”.
Encarcelada en su propia casa
Tania Muñoz es una comerciante de frutas y reposterías, negocio con el que sacó adelante a sus cuatro hijos; sin embargo, esta actividad ya no la ejerce debido a las limitaciones que la dictadura de Daniel Ortega le ha impuesto con el régimen de convivencia familiar.
“Yo siempre he sido el sostén de mi casa, siempre he trabajado duro para mantener a mis cuatro hijos. Trabajé como cocinera profesional en Managua, luego fui comerciante de frutas y reposterías en la ciudad de Granada, pero luego que fui secuestrada por este régimen todo cambió, porque ahora que estoy en mi casa no puedo salir a trabajar, porque sigo presa”, denunció la excarcelada política.