Ocho presas políticas, recluidas en el sistema penitenciario de mujeres, mejor conocido como “La Esperanza”, suspendieron la huelga de hambre que habían iniciado desde el 27 de febrero, en demanda de libertad y de no ser consideradas “fichas de cambio” con la dictadura.
Las reclusas iniciaron el ayuno el mismo día en que se retomaron las negociaciones entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.
Las presas políticas tomaron esta decisión tras ser persuadidas por sus madres, quienes confirmaron la suspensión de la protesta en la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH). “La van a interrumpir, van a empezar a comer de a poquito porque después de tantos días, no pueden consumir alimentos en cantidad. La van a interrumpir porque consideran que el flujo de las negociaciones golpeó la mesa, se paró”, manifestó la madre de la estudiante Amaya Coppens, Tamara Zamora.
Mariela Cerrato, madre de María Adilia Peralta, narró que como consecuencia de la huelga, su hija no podía caminar y que la tuvieron que llevar a la mesa donde estaría el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, el día que visitó la cárcel.

No obstante, las madres de las presas políticas aclararon que la suspensión es temporal y que dependerá del rumbo de la negociación la decisión de las reclusas de retomar la huelga de hambre como una forma de protesta.
Las presas políticas iniciaron la huelga de hambre como una forma de reclamar a la Alianza Cívica por negociar con el régimen mientras ellas, junto a otros 600 presos políticos, siguen en las cárceles de la dictadura.
Las presas que estuvieron en huelga son: Yaritzha Mairena, Karla Matus, Nelly Roque, Amaya Coppens, Solange Peña, María Adilia Peralta Cerrato, Jamileth Gutiérrez Moncada y Johana Delgado.