La inmensa mayoría de los nicaragüenses confían en la Iglesia, según devela un estudio de la corporación Latinobarómetro sobre el estado de la democracia y el progreso en América Latina en el año 2018.
Latinobarómetro, con sede en Santiago de Chile, aplicó encuestas en Nicaragua entre el 15 de julio y 2 de agosto. El mismo informe detalla que debido a la crisis sociopolítica que sacude el país no se logró aplicarla en las fechas correspondientes a otros países de la región.
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A la pregunta “¿Cuánta confianza tiene usted en la Iglesia?”, el 69% de los nicaragüenses expresó tener confianza en la Iglesia. De acuerdo con el estudio, habitualmente los países de América Central suelen tener una mayor confianza hacia las instituciones religiosas que otras áreas de la región, tales como el cono sur (Argentina, Uruguay, Chile).
Cabe señalar que Iglesia Católica nicaragüense en 2018 ha tenido un papel protagonista de la vida nacional, debido a su rol de mediación en el Diálogo Nacional. También se destacó por abrir las puertas de sus templos a heridos que eran reprimidos en las manifestaciones antigubernamentales iniciadas el 18 de abril contra una fallida reforma de talante neoliberal que pretendía aplicar el Ejecutivo de Daniel Ortega al Instituto Nicaragüense para la Seguridad Social (INSS).
Los obispos católicos de Nicaragua, junto a sacerdotes y religiosas, en diversas ocasiones durante los siete meses de crisis socio-política; han arriesgado sus propias vidas para intentar detener la represión en distintas ciudades y hasta templos católicos no han escapado de la represión gubernamental, como es el caso de la iglesia Divina Misericordia, ubicada en Villa Fontana, en Managua.
Desde julio, la Iglesia católica también enfrenta una campaña sistemática de odio y descrédito impulsada por el régimen orteguista, que ha devenido en agresiones físicas, verbales y mediáticas contra sacerdotes, obispos y religiosas.
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Poderes del Estado aplazados
Latinobarómetro destaca la nula confianza que poseen los nicaragüenses hacia las instituciones que representan el andamiaje institucional del país y que conforman los pilares de la democracia.
El 15 % de los nicaragüenses encuestados dijo sentir alguna confianza en el Poder Judicial. Del mismo modo, solo el 15% expresó sentir confiabilidad en la Asamblea Nacional (unicameral, y totalmente controlada por el régimen orteguista).
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En el caso del Poder Electoral; una institución salpicada desde 2008 (tras el retorno al poder de Daniel Ortega) por escándalos de fraude electoral en favor del partido de gobierno, únicamente recibe la confianza del 14 % de la población.
Tampoco los partidos políticos se salvan del malestar popular, ya que únicamente el 10 % de los nicaragüenses confían en ellos.
Percepción de la democracia
Según Latinobarómetro, el66 % de los nicaragüenses encuestados por dicha firma considera que el país se gobierna para unos pocos grupos de poder; mientras que el 25 % opinó que se gobierna “para todos”.
“En el caso de Nicaragua, observamos un desplome de 27 puntos porcentuales en el último año. Estos datos se tomaron en uno de los momentos de las protesta, en los meses de julio y agosto de 2018. Nicaragua había logrado que un 52% de la población sintiera que se estaba gobernando para ellos. Los nicaragüenses, como mostramos en la sección sobre la democracia, están demandando libertad y democracia”, señala el informe de Latinobarómetro, que contradice rotundamente el discurso oficial que dice que el país vive “en normalidad”.
Igualmente, subió de 40 a 51 % las personas que apoyan la democracia como forma de gobierno para todos los nicaragüenses.
Por su parte, el régimen orteguista termina aplazado en el informe Latinobarómetro 2018. Tan solo el 23% de la población apoya al ejecutivo de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Los datos revelan una caída estrepitosa para el gobierno, que en 2017 según la misma encuestadora, conseguía un nivel de aprobación del 67 % de la población. Esto indica una caída del 44% en un año, debido en gran parte a la deriva autoritaria y represiva del régimen por sofocar las protestas populares.