Llegaron con herramientas para forzar el portón del garaje donde Javier Espinoza guardaba su pequeño camión de 4 toneladas, eran al menos 8 oficiales uniformados y una mujer vestida de civil que cargaba en su espalda un fusil AK-47. Los uniformados comenzaron a forcejear el portón. Del otro lado estaba Javier y su hija quien grabó la captura con su teléfono celular.
«¡Abra, abra la puerta!», gritaban los policías mientras se intentaban cortar con alicates las verjas, y golpeaban con violencia el armazón del portón metálico.
Según la hija de Espinoza, quien no quiso ser identificada por temor a represalias, los oficiales llegaron a su casa el en el barrio Monseñor Lezcano el domingo 16 de septiembre, a eso de las 8:50 de la mañana, junto a una mujer vestida de civil quien señalaba a Javier de haberle chocado su camioneta Hilux.
«Esa mujer salió como civil, como que era la víctima, hasta le dijo a mi papa que lo había perseguido, lo que nos indica que lo estaban vigilando, cuando abrimos la puerta fue que miramos que la mujer andaba un fusil AK en la espalda».

Espinoza ese día no ha bía salido a la calle en su camión, se estaba alistando para ir al mercado a comprar carne para hacer un almuerzo con su familia en memoria de su hijo que falleció hace 9 años.
Javier Espinoza entendió que igualmente iban a entrar y decidió abrir la puerta a sus secuestradores, quienes no dejaban de golpear el portón de hierro.
«Espérese oficial, estoy abriendo». Javier estaba sin camisa, vestía un jean desteñido y andaba descalzo. Así se lo llevaron.
Mientras Javier estaba siendo llevado en la tina de la patrulla policial, su hija gribaba a los uniformados: «¡No se lleven a mi papa, no se lo lleven, malditos asesinos!», grito su hija que no dejaba de grabar con su celular, algunos vecinos del barrio Monseñor Lezcano salieron a increpar a los oficiales.
Lo último que le dijo Javier a su hija fue «avísale a tu abuelo».
El padre de Javier es el sindicalista José Espinoza Navas, quien es señalado de ser aliado del Frente Sandinista y participaba en las mesas del Diálogo Nacional entre los delegados nombrados por el régimen. El sindicalista negó ser aliado del Orteguismo y aseguró que él representaba al sector laboral.
«Nunca estuve en el diálogo por la parte del Gobierno, estuve por el sector laboral y era una posición que la dejé clara con monseñor (Rolando) Álvarez (…) que el Gobierno se hacía representar por sus ministros», dijo recientemente al diario La Prensa.

A Javier le decomisaron su camión, una planta eléctrica, varios altavoces y demás equipos de sonido que son parte de su negocio Trueno Discomóvil. La hija de Javier, aseguró que el equipo de sonido es el único sustento de su familia.
«Los que nos conocen saben que somos una familia humilde, vivimos del sonido de mi papá y no es justo que se lo lleven por algo que él no ha cometido».
Para el régimen de Daniel Ortega el delito de Javier Espinoza, era prestar su camión y su equipo de sonido para amenizar las marchas azul y blanco que desde el 18 de abril se han replicado en todo el territorio nacional. Espinoza no recibía un pago por este servicio, únicamente la contribución espontanea que los mismos autoconvocados le daban para pagar la gasolina del camión y de la planta eléctrica que utilizaba para alimentar los parlantes donde ponía canciones de protesta y se gritaban consignas contra la dictadura de los Ortega-Murillo.
Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), han denunciado el arresto ilegal de Javier Espinoza y señalan que, tras dos días, sus familiares no han recibido información de su estado, ni donde está detenido.
El camión de Espinoza está en el depósito vehicular de Mangua, pero los equipos no están en el camión, denunciaron los familiares, quienes aseguran que en las próximas horas estarán denunciando ante los organismos de derechos humanos el secuestro de Espinoza.