La Policía del régimen de Daniel Ortega presentó, este 04 de septiembre, a Carlos Humberto Silva, quien se podría convertir el primer joven acusado de “terrorista” por participar en el derribo de las estructuras metálicas, llamadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo “árboles de la vida”.
El segundo jefe de Auxilio Judicial (DAJ), Farle Roa, en su presentación refirió que el 11 de mayo, en la Rotonda Rigoberto López Pérez, Carlos Silva participó en el derribo de los “arboles de la vida”. Silva fue presentado como un “terrorista (…) que junto a otros delincuentes utilizando mecates, gasolina, fósforo y sierra circular eléctrica incendiaron y destruyeron árboles de la vida”.
Las evidencias que la Policía Nacional tienen en contra de Carlos Silva son testimonios de personas que denunciaron “los hechos criminales”, sin identificar quiénes lo señalan “como autor e instigador de los delitos antes mencionados”.
Los representantes de las fuerzas orteguistas también afirmaron tener fotografías “del terrorista” y unos supuestos peritajes de criminalística que dan como resultado que hay presencia de “nitrado en dorsales del terrorista Carlos Humberto Rodríguez y la ocupación de dos trozos de vidrio, color ámbar con residuos de gasolina, doce bombillos color blanco con presencia de hollín”.
La tala de “chayopalos”
En los primeros meses de protestas, iniciadas el pasado 18 de abril, en contra del régimen de Daniel Ortega; miles de nicaragüenses se unieron en la capital y en el departamento de León para derribar los “árboles de la vida”, mismos a los que la población bautizó con el nombre de “chayopalos” o “arbolatas”.
Los ciudadanos nicaragüenses manifestaron su descontento por la represión desatada por el régimen de Daniel Ortega convocando a la “tala de chayopalos” en toda la Avenida de Tiscapa y de la Rotonda Centroamérica. Aproximadamente, unos treinta armatostes de metal fueron derribados a punta de sierras, fuego y jalones masivos con mecates entre abril y junio.
La población se autoconvocaba para derribar los arbolatas colocados por orden de la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, caracterizada por sus excentricidades. Se calcula, según investigaciones del diario La Prensa, que cada una de esas estructuras de metal pueden costar hasta 25 mil dólares.
Los “chayopalos” son considerados el símbolo de la dictadura orteguista y con la acción de derribarlos, los ciudadanos mostraban su repudio a la represión y las muertes producto del uso de la fuerza de policías y paramilitares, quienes, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidos, han atacado a los nicaragüenses.