[vc_row][vc_column][vc_column_text]Don Cándido Reyes se despertó el 30 de mayo con la obligación de ir al plantón en la rotonda Hugo Chávez, que el régimen de Daniel Ortega había organizado en respuesta a la gran marcha de las madres de abril que se habían autoconvocado ese mismo día.
El régimen amenazó una noche antes que la marcha de las Madres de Abril sería atacada con fuego. «Juntemos brazos para dar el golpe. Juntemos todos ponzoña y ponzoña. Juntemos todos dolor con dolor. Encendamos la noche. Pongamos el llano en llamas. Pongamos el llanto en llamas. Pongamos la noche en llamas», decía la propaganda ofrecida por el orteguismo para alentar a su militancia a salir a matar.
En realidad, estas frases son parte del poema La Huelga, de David McField y luego hecho canción por el artista nicaragüense Carlos Mejía Godoy. Con esas frases, el Frente Sandinista alentó la rebelión contra la dictadura somocista en 1979, para la huelga general contra la dinastía. La nueva dictadura de Ortega usó la canción para atemorizar a la nueva rebelión cívica que está en las calles desde hace 45 días, exigiendo a Daniel Ortega y Rosario Murillo que abandonen el poder.
La utilización de esa canción era la advertencia de que sus fusiles saldrían a las calles a hacer correr la sangre. Así lo hicieron. La tarde del 30 de mayo, fecha en que en Nicaragua se celebra el día de las madres, una gigantesca marcha recorrió la carretera a Masaya y entró a Managua por la rotonda de Metrocentro. Centenares de miles de nicaragüenses vestían camisas negras en señal de luto, y ondeaban la bandera azul y blanco.
A pocas cuadras, en la rotonda Hugo Chávez, el oficialismo que todavía respalda al régimen gobernante escuchaba un discurso de Daniel Ortega. En esa plaza improvisada, con una raquítica convocatoria rojinegra estaba Cándido Reyes. Obligado. Su trabajo en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) depende de su sumisión al partido FSLN.
«Si yo no tenía que ir, ese es un día feriado. Yo tenía que quedarme en mi casa, pero obligado tuve que ir si no me corrían».
Dos historias diferentes
Mientras Cándido Reyes estaba en el plantón oficialista, entre música y el discurso de Daniel Ortega que avisaba que no dejaría el poder, al otro lado de la ciudad su hijo Daniel Reyes Rivera corría por su vida.

Un primer escuadrón de paramilitares, entrenados para matar, abrió fuego contra la manifestación. Tronaron pistolas y fusiles AK47, en ráfagas. Las turbas orteguistas disparaban a quemarropa desatando la carnicería humana.
La movilización por las madres se disolvió. En la avenida, los estudiantes, campesinos y pobladores se quedaron para intentar repeler el ataque de los paramilitares del Gobierno. Levantaron barricadas de adoquines y respondieron a pedradas y morterazos. Pero los fusiles los superaban. Cada tres minutos, los motociclistas salían con heridos para entregarlos a los paramédicos de la Cruz Roja.

Fueron decenas de heridos, y al menos dos murieron en mismo sitio por un balazo en la cabeza disparados por francotiradores ubicados en el nuevo estadio nacional, Denis Martínez.
Lo que Cándido no se imaginó nunca es que entre los heridos estaba su hijo. Daniel Reyes Rivera, de 25 años salió a las calles de la calurosa Managua para sumarse a la gran movilización en solidaridad con las Madres de Abril. A diferencia de su padre, Daniel no iba obligado ni amenazado.
El joven Daniel Reyes Rivera cursaba tercer año de la carrera de veterinaria en la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC), en Managua.
Según el dictamen de Medicina Legal, Daniel Reyes recibió una bala en el abdomen que le provocó una hemorragia severa.

Desde el miércoles, 30 de mayo, Daniel estaba desaparecido. Su padre, Cándido, lo buscó en cárceles y hospitales. Nadie le daba razón.
Hasta la madrugada del viernes, primero de junio, una amiga de Daniel, que se había comunicado con él por WhatsApp antes de que lo asesinaran, recibió una llamada de los médicos del Instituto de Medicina Legal. Daniel estaba muerto y pidieron a la joven que avisara a su familia para que vinieran a retirar el cadáver.
«La peor desgracia de mi vida»
Don Cándido participó en la insurrección contra Somoza y luego trabajó de cerca con el Frente Sandinista en la década de 1980. Luego de la muerte de su hijo, en el portón de Medicina Legal asegura que se siente arrepentido de haber defendido al FSLN.
«La peor desgracia de mi vida fue haber participado en la insurrección, y haber participado después de los 80 defendiendo a este gobierno desgraciado para que ahora estén asesinando a los jóvenes (Daniel Ortega) es un asesino, es un déspota, es un miserable».

Don Cándido, en medio del llanto y la indignación pide justicia por la muerte de su hijo y reta a la policía que asesinó a su muchacho.
«Que no quede impune la muerte de mi hijo, él iba desarmado lo asesinaron cobardemente. Le digo no sé si a la policía o a quien sea ¿Qué porqué no me dan un AK, y me ponen frente a frente con el que mató a mi hijo? A ver si es verdad que se va agarrar los huevo. Mi hijo iba desarmado».
Renunciará como trabajador del Estado
Don Cándido Reyes asegura que a más tardar presentará su renuncia a su trabajo en el Poder Judicial. Según Reyes no le importa perder su trabajo ya que asegura que dejará su puesto con honradez y dignidad.
Álvaro Leiva Sánchez secretario de la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos (ANPDH), dijo que en el caso del asesinato de Daniel Reyes ya se abrió una investigación y que el acta de defunción no fue manipulada y deja claro que Daniel Reyes «fue asesinado por impacto de bala en el abdomen».

En un comunicado firmado por el consejo superior de dirección de la Universidad de Ciencias Comerciales, «condenan enérgicamente los asesinatos de estudiantes y manifestantes de la sociedad civil ocurridos en nuestro país a partir del 18 de abril».
Así mismo esta universidad lamentó la noticia del «deceso de nuestro estudiante de tercer año de medicina veterinaria Daniel Josías Reyes Rivera, quien falleció participando en la protesta pacífica del día de las madres nicaragüenses».
Según las cifras de la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos desde el 19 de abril han registrado 110 asesinatos, la mayoría con disparos mortales con armas de alto calibre.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]