Un centenar de civiles murieron en Sudán por los intensos combates que desde hace tres días enfrentan al ejército y a un poderoso grupo paramilitar y que este lunes provocaron nuevas explosiones en Jartum, la capital.
Al menos dos hospitales de la capital fueron evacuados “mientras los cohetes y las balas acribillaban sus paredes”, dijeron los médicos, que afirmaron haberse quedado sin bolsas de sangre y sin material para atender a los heridos.
Desde el sábado, la ciudad, de la que se elevan columnas de espeso humo negro, está inmersa en el olor de la pólvora. Sus habitantes están atrincherados en sus casas, la mayoría sin agua corriente ni electricidad, temblando con cada nuevo ataque aéreo o fuego de artillería.
Al menos 97 civiles han muerto, cerca de la mitad de ellos en Jartum, y “decenas” de combatientes han fallecido, según el sindicato oficial de médicos, que contabilizó 942 heridos. Las dos partes en conflicto no han comunicado sus pérdidas.
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En Jartum, donde solo circulan hombres en uniforme y vehículos militares, las pocas tiendas de comestibles abiertas advirtieron que si no llegan camiones se quedarán pronto sin existencias.
Estados Unidos y el Reino Unido pidieron el lunes el “fin inmediato” de la violencia, como ya hicieron la Liga Árabe y la Unión Africana.
En el mismo sentido, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a los dos generales que “cesen inmediatamente las hostilidades”, ya que podrían ser “devastadoras para el país y toda la región”.
El conflicto enfrenta al jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Bur, líder de facto del país, y su número dos, el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido como “Hemedti”, jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).